Antonia García Valls.
El resultado del pasado día 24 de mayo ha dibujado un escenario diferente a otros resultados de otras convocatorias electorales anteriores. Es el momento de los pactos post-electorales y el final de las mayorías absolutas.
Desde la responsabilidad de cada uno, se ha de entender este resultado.
En la mayoría de casos la primera lectura que debemos hacer es que, en nuestra Comunitat, la ciudadanía ha votado cambio, cambio en mayúsculas; sería muy difícil de explicar que los partidos políticos, que pueden posibilitar ese cambio, no lo entendieran así.
La ciudadanía nos ha dicho que hablemos, dialoguemos, lleguemos a acuerdos y antepongamos el interés general y la responsabilidad a los personalismos y los intereses de partido. Además yo añadiría la coherencia; quizás una palabra con “demasiado” contenido para algun@s; esa coherencia es la que debe pesar a la hora de tomar todas y cada una de las decisiones.
De otro modo, esa mayoría ciudadana que ha optado por ese cambio tan necesario, tan urgente, no lo entendería. Flaco favor estaríamos haciendo a nuestra democracia.
Y no debemos temer esa decisión mayoritaria de las personas que, desde el principio hasta el final, son los destinatarios del acuerdo, de las decisiones políticas, de esas “ansiadas” soluciones a los problemas que el PP ha generado e instalado en nuestro territorio.
Ese discurso del miedo, que el PP está intentando instalar en la percepción colectiva, debe girarse hacia ellos. La situación demandaba, urgentemente, un cambio en el rumbo de nuestras instituciones, gobernadas, en algunos casos, desde hacía mucho tiempo por un PP que se había creído que la Comunitat Valenciana y algunos ayuntamientos eran, “presuntamente”, su pastel. Un “pastel” que se han ido comiendo “ellos” de manera muy irresponsable.
Miedo hay que tener a no propiciar el cambio urgente, sensato, progresista, responsable y posible que están demandando l@s valencian@s y l@s valler@s. Miedo a que exista la mínima posibilidad de que los despilfarradores e irresponsables vuelvan a tener las riendas de nuestro futuro. En algunos casos “presuntos” corruptos, pero en otros, corruptos declarados por el juez, han torpedeado la línea de flotación de nuestra Comunitat, han hecho mucho daño, ocupados y preocupados en su “propio bienestar”, han obviado y han hecho pagar su nefasta gestión de “nuestros dineros” a los jóvenes, a las mujeres, a los desempleados, a los mayores, a las personas con dependencia…
Miedo hay que tener al PP y a sus discursos catastróficos.
Y no debemos temer un futuro diferente, guiado desde la responsabilidad, la honestidad y el trabajo intenso. Un futuro que, para nuestra ciudad, debe comenzar el próximo sábado.
Todo ello desde la verdadera vocación de servicio público e interés por defender lo público, lo que es de todas y de todos.