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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

No necesitamos unidad

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José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.

Desde hacía tiempo, todos comentamos  por lo ‘bajini’ y en ‘petit comité’ que nos estábamos librando de los atentados terroristas que estaban azotando a otras ciudades europeas; lo atribuíamos a que no son muchos en España, que su integración es menor y que nuestra policía está mejor preparada que las europeas para tratar estos  temas

Siendo verdad lo anterior, no es casualidad que haya sido en Barcelona y desde localidades como Ripoll, que pertenece a esa llamada ‘Catalunya profunda’ donde se hayan gestado estos asesinatos como ya han descrito de un modo magnífico compañeros en  esta sección de opinión.

Poco que añadir a todo lo dicho, escrito e informado, salvo que no acabo de entender por qué tiene que haber unidad contra el terrorismo, sea del tipo que sea y venga de quien venga. Antropológicamente el mayor valor de que tiene un ser humano es la vida y especialmente la suya, esa que cada uno tenemos y que como los denarios del Evangelio utilizamos según nuestro albedrio, del mejor modo que sabemos, aunque  nos equivocamos mucho.

Dicho lo anterior es obvio que nadie tiene derecho a atentar contra ese valor esencial y principal de los humanos, ni tan siquiera los Estados, hay otros procedimientos para castigar cuando se atenta contra los demás mucho más efectivos y contundentes.

No acabo de entender como ciudadano de a pie qué significa una reunión en el Ministerio del Interior para conseguir la firma de un pacto contra el terrorismo en donde algún partido político se ha negado y otros cobardemente solo le han recomendado que lo haga. Si, efectivamente Podemos y el PSOE. Aunque el PP no les va a la zaga pretendiendo una foto de unidad que queda muy bien y  no sirve de nada.

Ante el terrorismo se está en contra sin matices o se está a favor directa o indirectamente. Aquí no sirve el ‘buenismo’, la libertad ideológica en cuanto al respeto a la naturaleza, idiosincrasia o peculiaridad de los individuos, ni tampoco con el modelo idílico de sociedad que se propugne. Sirven de poco las lágrimas ante los asesinados cuando hemos sido tan idiotas creyendo que por ser modernos, progres y abiertos nos íbamos a librar de sus crímenes.

Los occidentales estamos cambiando nuestros hábitos de vida con resignación por esta plaga que nos azota y lo vemos en aeropuertos, carreteras y actividades de ocio. Lo aceptamos con resignación como aceptaremos el diálogo de nuestros representantes y los consensos necesarios sobre cuáles son las mejores medidas y planes de actuación para combatirlo, pero solo eso.

Esta es una de las situaciones en las que no cabe más que el  blanco o el  negro, el sí o el  no; la paleta de colores del gris marengo al blanco roto no existe, no puede existir, pues quien se atreva a utilizarla está yendo en contra de todos los demás y por ende se manifiesta como cooperador.

Por cierto,  finalizar con una pincelada irónica en un tema tan serio y duro que nos ha roto el corazón a todos, comprobar una vez más  lo mal que están las finanzas en Catalunya en donde el propio presidente de la Generalitat tuvo que leer en cuatro idiomas, entiendo por falta de presupuesto para traductores (hay que ver lo instruido que es) el comunicado de la muerte del conductor del vehículo causante del horror en las Ramblas.

Lástima que hace unos meses cuando se negaron a firmar el pacto  antiterrorista junto a sus socios de gobierno no lo hiciera así también. ¿Dimitirán por vergüenza o  respeto de a quienes representan? No creo.