Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
Un insulto a la inteligencia y una burla a la dignidad de los ciudadanos. Sólo de esa forma, y de ninguna otra más, puede calificarse el reciente anuncio de supuesta rebaja fiscal realizado por la Generalitat valenciana. Y lo mismo puede decirse de lo anunciado en la misma línea por el señor Bataller, todavía Alcalde de Castellón. Es tan patético y penoso el asunto que hasta el propio señor Montoro ha ridiculizado el anuncio a bombo y platillo realizado por el señor Moragues.
Así, el señor Moragues anuncia sin despeinarse, y con cara de satisfecho, que en la ley de Acompañamiento el tramo autonómico del IRPF dejará de recaudar por la reforma fiscal 12 millones de euros. Pues bien, 12 míillones de euros entre 1,87 millones de valencianos que realizan la declaración de IRPF supone que cada valenciano dejará de pagar a Hacienda durante el próximo año un total de 6 euros y 47 céntimos. Repito, un ahorro anual a cada valenciano de 6 euros y medio. A ello tendremos que añadir que también ha anunciado el Conseller de Hacienda de Alberto Fabra otros descuentos y bonificaciones fiscales por un total de 30 millones de euros. Y ello supone, teniendo en cuenta que somos 5 millones de valencianos, que tendremos que añadir una rebaja media de otros seis euros per capita al año. Es decir, que la rebaja fiscal de la Generalitat Valenciana oscilará entre 6 y 12,5 euros anuales para cada uno de los ciudadanos de esta Comunidad. Abracémonos todos pues y lloremos de emoción ante la “generosidad” de nuestros gobernantes directos. De hecho, con lo ahorrado podremos ir a Telepizza y comprar cada uno una pizza individual.
Por otro lado, en el ámbito de Castellón ciudad hemos visto como, entre foto y foto, el alcalde, el señor Bataller, ha encontrado tiempo para anunciar una rebaja en impuestos locales por un total de 1,3 millones de euros. Como los castellonenses son 170.000 ciudadanos, resulta que la rebaja media será de 8 euros anuales, es decir para un Whooper y una coca cola. También para abrazarse de emoción.
En resumidas cuentas, al parecer, nuestros gobernantes, no contentos con gestionar pésimamente, con hacernos la vida cada día un poco más difícil, parecen haber llegado a la conclusión de que también pueden hacer anuncios obscenos y burlarse de nosotros. Menos mal que ya falta menos para demostrarles en las urnas que quién la hace, la paga.