Ximo Tirado. Director de Castellón Información.
Las cosas hay que decirlas como son y no meter en el mismo saco a todo un sector. El que de verdad está en crisis, y lleva ya varias campañas, es el productor de cítricos, no la citricultura. Todos ganan menos los pequeños agricultores que están por libre y cultivan clementinas y naranjas. Al resto de la cadena le va bien, por regla general, aunque esta campaña algunos grandes productores, que no están en ninguna organización de productores, también tienen todavía la cosecha colgando de los árboles.
De entrada me gustaría dejar claro qué son las organizaciones de productores y sus asociaciones. Y para ello lo mejor, para que no haya interpretaciones, es lo cómo las define el Ministerio de Agricultura:
“Las organizaciones de productores (OP) y sus asociaciones (AOP) son el elemento central del régimen de frutas y hortalizas y deben perseguir como mínimo uno de los objetivos siguientes:
1.- Garantizar que la producción se planifique y se ajuste con arreglo a la demanda, sobre todo en lo referente a la calidad y a la cantidad;
2.- Concentrar la oferta y la comercialización de los productos de sus miembros, incluyendo la comercialización directa;
3.- Optimizar los costes de producción y los beneficios de las inversiones realizadas en respuesta a normas relativas al medio ambiente y al bienestar de los animales, y estabilizar los precios de producción;
Los estatutos de una organización de productores del sector de las frutas y hortalizas exigirán a sus miembros productores que comercialicen toda su producción a través de la organización de productores, pertenezcan a una sola organización de productores con respecto a un producto determinado y apliquen todas las normas que se adopten por la OP en materia de producción, comercialización y protección del medio ambiente”.
Pues eso, el productor que va por libre es quien padece, de verdad, la nefasta situación que vive la citricultura, consecuencia, entre otros motivos, de la dejadez del Gobierno del Estado que nunca ha sabido negociar ni defender los intereses de la agricultura mediterránea en la Unión Europea frente a las producciones continentales, y que ha sido moneda de cambio, en particular la citricultura, ante países Terceros que tienen intereses comerciales, y muchas veces recíprocos, con alguno de los 28 que integran, de momento, la Unión Europea.
Pero el mal de la citricultura viene de lejos, no sólo de esta campaña, aunque sí ha sido la puntilla para muchos productores. Hay que llevar a cabo una reflexión colectiva y ver hacia dónde queremos llegar y en qué condiciones. Un camino que puede llegar a ser ruinoso para los pequeños si no se toman decisiones valientes y se actúa de manera profesional con la ayuda de todos, administraciones, organizaciones agrarias, pequeños y grandes citricultores, organizaciones de productores, cooperativas, operadores privados y también las cadenas de distribución.
Lo que está claro es que este año los pequeños volverán a tener pérdidas y así no mantiene el negocio y esta forma de vida. Y que quede claro también que la citricultura en las comarcas de La Plana tiene un papel fundamental en el aspecto medioambiental y paisajístico. Y las ayudas de Unión Europea no son suficientes para mantener la citricultura.
Aun así, si se hacen bien las cosas, la citricultura tiene futuro incluso para el pequeño citricultor.
Y gracias a la sociedad civil que ayer se sumó a las concentraciones que se convocaron para defender al sector citrícola. Es lo mínimo que se puede pedir.
Para que no quede ninguna duda. Yo sí creo en la citricultura.
Pero acabo como he comenzado.
La citricultura no está en crisis. En crisis está el propietario de las pequeñas parcelas donde se cultivan clementinas y naranjas.