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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

El capitalismo mata

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David de Miguel. Diputado autonómico de Ciudadanos por la provincia de Castellón. 

Si hay algo que venimos denunciando en los últimos meses, tantos como hace que gobierna el Consell, son las contradicciones en las que incurren sus miembros a cuenta del famoso mestizaje.

Notorios han sido los desencuentros en los últimos meses en la Conselleria de Economía,  con las continuas discrepancias, aireadas públicamente, entre el Conseller y la Secretaria Autonómica a cuenta de temas como la libertad de horarios, entre otros. Estos desencuentros no hacen sino constatar la dificultad de conciliar las dos sensibilidades que conforman los distintos escalones del Consell, es decir, la socialdemocracia del PSPV y la izquierda nacionalista de Compromís. No olvidemos que para Climent, Conseller de Economía: “El capitalismo mata”.

Pero este problema de cohabitación entre los partidos que se reparten el poder, no tendría mayor recorrido, más allá de regocijar a quienes creemos que el Pacto del Botánico no puede acabar bien, si no fuera porque estas discrepancias y contradicciones, tienen consecuencias en el día a día de los ciudadanos.

Porque el tema empieza a preocupar, y con razón, lejos de intereses puramente económicos o empresariales, a los distintos actores de la sociedad civil. El jueves mismo, la patronal valenciana reprochaba al President Puig la creciente ideologización en las políticas del Consell y el aparente rechazo a la colaboración público-privada. Y es que en esta cuestión, es donde saltan las chispas entre los socios del Botánico, y donde más nos jugamos los valencianos, por cierto.

Ya hemos hablado anteriormente de que la función de una Administración Pública es proteger a los ciudadanos y garantizar la prestación de unos servicios públicos básicos, principalmente educación, sanidad y dependencia, basados en los principios inalienables de universalidad, gratuidad y calidad. Pero esta prestación tiene un coste evidentemente. Coste que con las dificultades que atraviesan las cuentas públicas, por motivos de sobra conocidos por todos, infrafinanciación y mala gestión del PP principalmente, se hace cada día más inasumible por parte de la Generalitat Valenciana.

Y aquí es donde se abre el debate y donde empiezan los problemas. Así pues, hay una parte del Consell que considera que la única salida si queremos disfrutar de unos servicios públicos de calidad, entendiendo públicos como universales, es a través de la colaboración público-privada, que funciona y muy bien por cierto, en educación, a través de los colegios concertados, así como en sanidad, con la mayor parte de los hospitales del “Modelo Alzira”. O yendo más allá, como hace el Director General del Instituto Valenciano de Finanzas, de lo mejor de que dispone este Consell, a través de innovadoras fórmulas de financiación de proyectos, como la construcción de colegios públicos, en las que la colaboración con el sector privado va a hacer posible sacar adelante muchas de las propuestas sociales de este Consell.

Y sin embargo, están los habituales, los miembros de Compromís, que consideran que ante todo y sobre todo, está lo público, porque recordemos, “el capitalismo mata”, Climent dixit. Pero lo público mal entendido, porque una sanidad puede ser pública y universal, aunque la gestión esté en manos privadas, y no lo entienden. Y lo peor es que parece que no son conscientes de que en los momentos actuales, la Generalitat es incapaz de acometer ninguna inversión en materia educativa, sanitaria o social. Pero aun así, no tienen ningún reparo en criticar, demonizar y denostar a la iniciativa privada, la que curiosamente será quien al final saque adelante a la Comunitat Valenciana.

En definitiva, contradicciones e incoherencias que el President Puig está demostrando ser incapaz de gestionar y que como siempre pagaremos los ciudadanos. Cayendo en el error de decir lo que el auditorio quiere oír, allá donde van los Consellers en ese road show que están haciendo estos días.

Pero, sin ánimo de ser alarmista, si hablamos de discrepancias y contradicciones, lo peor está por llegar, porque Podemos está tocando insistentemente a las puertas del Consell para ocupar su sillón, así que el verano se nos va a hacer muy largo.