David de Miguel. Diputado autonómico de Ciudadanos por la provincia de Castellón.
“En la Generalitat faltan manos, tanto de funcionarios como de altos cargos”, manifestaba hace un par de semanas la Vicepresidenta, Oltra, para justificar el pobre balance del primer año del Consell.
Dicho y hecho, ya dispone de diez manos más, no de funcionarios evidentemente, sino de los cinco altos cargos que ocupan puestos de nueva creación en el segundo y tercer escalón del Gobierno autonómico. ¿El coste? 230.000 euros más al año, veremos cuál es el retorno de esta “inversión”.
Del análisis de esta ‘pseudocrisis’ de Gobierno llevada a cabo por el President Puig esta semana, hay dos cuestiones en las que hay que detenerse, una más positiva y la otra creo que nefasta para los intereses de la Comunitat Valenciana.
La primera es la creación del nuevo puesto de Delegado de la Generalitat para la Unión Europea, que refuerza el área de relaciones con las Instituciones comunitarias, para mi juicio, un acierto puesto que en una situación de infrafinanciación como la que padecemos y un Gobierno en funciones sine die, se hace más necesario que nunca aprovechar los fondos comunitarios disponibles. Y para ello, es necesario que haya una relación fluida y una presencia permanente en Bruselas, que permita además limpiar nuestra imagen, haciendo ver a las Instituciones europeas, que la Comunitat Valenciana es algo más que una región que falsea sus datos de déficit o aporta subvenciones ilegales a los clubes de fútbol.
Pero la cuestión que preocupa, y mucho, tras los cambios producidos en el Consell, es la constatación de que el President Puig está maniatado por sus socios de Compromís. Prueba de ello, es el resultado de la batalla en la Conselleria de Economía.
Porque preocupa que tras un año en el que el Conseller Climent ha sido cuestionado por todo el mundo a cuenta de su inacción y radicalismo; en el que las disputas entre él y la Secretaria Autonómica, Maria José Mira, han sido continuadas; en el que hemos asistido a episodios vergonzantes como las indicaciones del Conseller a desobedecer los informes de la Abogacía de la Generalitat o haber vivido la polémica de los horarios comerciales, que ha puesto en pie de guerra a pequeños comercios, grandes empresas y ayuntamientos. En definitiva, tras convertir a la Conselleria en un auténtico caos con las nefastas consecuencias que conlleva a efectos de seguridad jurídica y confianza de los inversores, preocupa que la solución haya sido reforzar más todavía al Conseller.
Así, Climent ha conseguido quitarse de encima el estorbo que le suponía María José Mira, que por cierto es una magnífica profesional y era la única que aportaba un poco de sensatez. Pero si a esta destitución, le sumamos que se le ha otorgado todo el poder de decisión a Compromís, a través de la dirección del IVACE. Fin del mestizaje y barra libre para el radicalismo.
Sinceramente, esperamos que el President Puig sepa lo que está haciendo, pero cuando algunos defendemos firmemente el mérito y la capacidad como requisitos indispensables para ocupar los puestos de responsabilidad política, más si cabe en áreas como la Conselleria de Economía, es bastante difícil comprender este tipo de movimientos entre bambalinas. Premiar la inacción, el sectarismo y el radicalismo como ha hecho con Climent, en detrimento de la independencia, profesionalidad y sensatez de la ex-Secretaria Autonómica María José Mira, nos parece la peor de las noticias, y no hace sino añadir más dudas sobre la capacidad y libertad de acción de Puig en el Consell del cual es el President.
En definitiva, la Vicepresidenta, Oltra, ya tiene las manos que reclamaba, con más poder y más radicales que antes incluso. Pero la cuestión es si la Comunitat Valenciana lo que necesita son más manos, o lo que necesita de verdad es que esas manos se pongan a trabajar de una vez por todas.