Lidia Márquez. Pedagoga y Directora de Créixer Gabinete Psicopedagógico.
Uno de los aspectos que suelen aparecer siempre en las consultas de nuestro centro son los problemas de comunicación entre padres e hijos.
Habitualmente los padres hablan con sus hijos, pero comunicarse con ellos no es tan fácil.
En este artículo os queremos dar algunas orientaciones prácticas sobre cómo debemos comunicarnos con nuestros hijos.
Es necesario distinguir tres tipos de comunicación:
1-Comunicación pasiva. Se basa en la conformidad y en tratar de evitar la confrontación a toda costa. Esto se traduce en que no se expresan necesidades, deseos, opiniones. Se manifiesta que se está de acuerdo con la opinión de la otra persona aunque no sea así realmente.
2-Comunicación agresiva. En este tipo de comunicación se impone la propia voluntad de un modo hostil, generando tensiones innecesarias y malestar en las relaciones. Se basa en la creencia de que nuestras necesidades y deseos están por encima de los demás, por lo que se defienden de manera impositiva.
3-Comunicación asertiva. Permite transmitir nuestras necesidades, deseos y opiniones de forma madura y racional, sin provocar el rechazo o malestar de la otra persona, sino tratando de entenderla.
¿Con qué tipo de comunicación os sentís más identificados cuando habláis con vuestros hijos? Dependiendo del momento y la situación, utilizamos un tipo u otro de comunicación. Sin embargo, la más adecuada y la que deberíamos tratar de mantener el mayor tiempo posible, es la comunicación asertiva. Este tipo de comunicación es el que nos va a permitir entendernos con nuestros hijos, dando nuestra opinión pero dejando también que ellos den la suya acerca de cualquier tema sobre el que estemos conversando en ese momento.
¿Y cómo conseguimos un tipo de comunicación asertiva? En primer lugar, es fundamental darnos cuenta de cuáles son los errores que cometemos al comunicarnos para tratar de eliminarlos. A continuación os indicamos algunos de los más frecuentes y cómo corregirlos.
1-Generalizar. Utilizamos frases con los adverbios “siempre” y “nunca” (por ejemplo, “Siempre estás desordenando las cosas” o “Nunca me haces caso a la primera”). En lugar de esto es preferible centrarnos en la conducta que nos está molestando en el momento actual (por ejemplo, “Has desordenado el salón y yo lo acababa de ordenar” o “Te he dicho ya tres veces que hagas los deberes y no me estás haciendo caso”).
2-No escuchar. Muchas veces cuando nuestros hijos nos están hablando, en lugar de escucharlos atentamente, estamos pensando qué les vamos a decir a continuación. Esto nos impide comprender qué es lo que realmente nos están diciendo, lo que necesitan. Es fundamental que escuchemos activamente.
3-Discutir por cosas que han ocurrido en el pasado. Es preferible centrarnos en la situación actual para poder llegar a un acuerdo o resolver el conflicto, en lugar de tratar temas que ya han pasado aunque no se solucionaran en su momento.
4-Utilizar etiquetas. Es fundamental no etiquetar al niño por el comportamiento que ha tenido. Debemos evitar calificaciones como “Eres malo”, “Eres desobediente”, “Eres un mentiroso”… Estas etiquetas repetidas en el tiempo pueden llevar al niño a asumir ese adjetivo como propio y a actuar constantemente de ese modo porque “él es así”. En lugar de etiquetar al niño, hablemos de las conductas concretas que nos están molestando: “Lo que le has hecho a tu hermana no ha estado bien”, “No me ha gustado que me desobedecieras cuando te he dicho que vinieras”, “La profesora está enfadada porque le has mentido sobre los deberes”,…
5-Reprochar. Los reproches solo añaden negatividad a la comunicación. En lugar de decir, “Me has hecho pasar una tarde horrible” podríamos sustituirlo por “Me hubiera gustado que esta tarde hubieras obedecido a las cosas que te decía”, o en lugar de decir, “No vas a ayudar nunca en las tareas, ¿no?” se puede cambiar por “¿Qué tal si te encargas tú de alguna tarea de la casa? ¿Qué te gustaría hacer?”.
6-Abusar de frases como “Debes hacer…”. Es importante que sean ellos los que piensen lo que es y no es correcto. Nuestra tarea es guiarles en esas reflexiones y ayudarles a que saquen sus propias conclusiones. De lo contrario, nuestros hijos nos verán como unos “pesados” y no nos harán caso.
7-Cortar la conversación. Expresiones del tipo “Y ya no se habla más” o “Porque lo digo yo y punto”, les están impidiendo que opinen y expresen sus sentimientos y por lo tanto, para lo único que sirve, es para generar frustración y malestar.
Estos son solo algunos de los errores que solemos cometer, pero existen muchos más y hemos de estar atentos a ellos y buscar alternativas para expresar lo que queremos de manera asertiva.
Un buen esquema para comunicarnos asertivamente consiste en 1º) demostrarles que entendemos lo que nos dicen, 2º) dar nuestro punto de vista y 3º) buscar soluciones o puntos intermedios entre los dos, para ello podemos utilizar expresiones como 1º) Sé que es importante para ti…, 2º) Yo opino que… y 3º) ¿Qué te parece si…? (por ejemplo, “Sé que es importante para ti ir al cumpleaños de tu amigo, pero yo opino que es más importante que hagas los deberes. ¿Qué te parece si te pones ahora mismo a hacer los deberes y cuando acabes vamos al cumpleaños aunque sea un poco tarde?”)
Finalmente, os queremos dar algunos consejos generales a seguir cuando nos comuniquemos con nuestros hijos:
-Crear un clima emocional que facilite la comunicación.
-Cuidar la comunicación no verbal: acércate a ellos cuando les hables, mírales a los ojos para que se den cuenta de que les estás prestando atención, responde a sus expresiones faciales con las tuyas…
-Tratar de comunicarnos con ellos siempre desde un punto de vista positivo.
-Evitar los mensajes contradictorios.
-Pedir las cosas de manera clara y directa.
-Siempre pedirles opinión y tenerla en cuenta, aunque seamos nosotros los que tomemos las decisiones.
-No realizar críticas delante de ellos.
-Escucharles con interés y atención.
-No tratar de convencerles desde nuestro punto de vista, porque en pocas ocasiones coincidirá con el de ellos.
-Cumplir siempre todo lo que se ha dicho, tanto lo negativo como lo positivo.
Esperamos que este artículo os haya sido de interés y os ayude a mejorar la comunicación con vuestros hijos.
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