Diana Rubio. Politóloga experta en comunicación política, protocolo y eventos.
Ya sabemos el resultado de los Juegos Olímpicos de 2020; Madrid, no será quien los organice. Una pérdida evidenciada por demasiados y decepcionante para otros, pero que en todo caso, no ha pillado de sorpresa más que a quienes tenían la responsabilidad de llevarlos a cabo.
En estos últimos meses, muchos han sido los debates que este tema ha suscitado, por un lado, porque los Juegos Olímpicos no van en consonancia con las medidas de recortes que la propia comunidad que pugnaba por ellos está llevando cabo, ya que la preparación de la candidatura ha costado aproximadamente 100 millones de euros, que podrían haberse invertido en sanidad, derecho que ahora se ve cuestionado por el descenso de presupuestos que este 2013 tienen.
Muy polémica ha sido también la puesta en escena de la candidatura en Argentina, donde el papel del Príncipe contrastó con el realizado por la Alcaldesa de Madrid y su ingles mediocre (relaxing cup of café con leche) pero que a su vez, va en sintonía con la educación precaria que pretenden imponer, del menos es mas.
Incluso se ha hablado de una mejor construcción de marca ciudad o city marketing para el futuro, afirmaciones con las que estoy de acuerdo a medias.
Madrid, es una de las ciudades que mejor marca ciudad realiza a nivel internacional, pero que se encuentra ensombrecida por aspectos como la corrupción y los recortes que su ciudadanía sufre. Por esto, es inconcebible bajo mi punto de vista optimizar su imagen; son necesarios cambios, vientos a favor de quienes realmente ostentan el poder y quienes vivirían en su día a día la organización de unos Juegos Olímpicos.
Dejando de lado las críticas recibidas, cabe decir que la organización de un evento de éstas características, también debe verse como algo positivo. Acepto que el contexto actual en nuestro país no es el más acorde y resulta contradictorio en muchos casos, pero el albergar un macro evento de estas características también tienen mucho beneficio.
De todos es sabido que la celebración de unos Juegos Olímpicos conlleva un desembolso económico previo para la puesta a punto y que se ve recompensada por los beneficios turísticos y la publicidad internacional que recibe esos días de celebración, recayendo totalmente en la marca imagen de las ciudades que hacen labores de sedes.
Por tanto, creo que a la candidatura de Madrid le han fallado tres factores vitales: La unión de su ciudadanía, que se encontraba enfrentada por las contradicciones políticas de sus gobernantes, la necesidad de encontrar una salida a esta situación, y por el contexto de incertidumbre que invade España, donde la seguridad política y económica necesaria para poder llevar a cabo un evento de tal calibre, es indispensable y que nuestro país no tiene actualmente.
Hasta que estos dos factores no se solucionen, nos queda mucho trabajo por hacer, para poder optar a ser sede olímpica y tomar su rentabilidad como propia a medio y largo plazo.