Enrique Domínguez. Economista.
Italia siempre ha sido un referente para el sector cerámico español, un punto de comparación respecto a su evolución, un país que ha sido el origen de muchas de las innovaciones tecnológicas. Hoy en día esto ha ido cambiando y el sector español de baldosas cerámicas se está consolidando como uno de los principales fabricantes mundiales.
Y se celebra como un signo de capacidad de progreso del sector, a pesar de la crisis económica mundial que se ha sufrido, el hecho de superar a Italia en cuanto a metros cuadrados producidos. Según los últimos datos de ‘Ceramic World Review’ publicados en el último análisis del sector por la consultora KPMG, “El sector del azulejo en España a través de 21 grandes empresas”, España es el primer país europeo fabricante de cerámica en 2014 (y lo sigue siendo en 2015) superando a Italia en más de cuarenta millones de metros cuadrados.
El sector, es cierto, ha sabido adaptarse rápidamente a los continuos cambios en el escenario económico mundial; como muestra, el redirigir al mercado exterior la mayor parte de su producción tras la debacle del mercado doméstico por la crisis mundial y el estallido de la burbuja inmobiliaria. Y, por supuesto, la práctica totalidad de países de este planeta reciben, en mayor o menor cantidad, productos cerámicos españoles.
Pero también hay que señalar que, a pesar de los procesos de concentración actuales, el tamaño medio de las grandes firmas españolas sigue siendo inferior al de las italianas, tal como refleja el estudio aludido anteriormente. Lo mismo ocurre con la facturación media de sus primeras empresas.
Y también es cierto, y esto no lo apunta ese estudio, que mientras Italia fabrica un moderado porcentaje total de su producción fuera de sus fronteras, en España ese tanto por ciento es poco significativo.
También lo es que el sector español ha adelgazado de manera relevante en los últimos años; utilizando datos de Ascer, el número de empresas españolas pasa de 226 en 1995 a 146 en 2015, aunque la provincia de Castellón sigue siendo, con mucho, la que reúne el mayor número de las mismas. El clúster cerámico sigue funcionando y es uno de sus valores más relevantes.
Sin embargo, sigue fallando lo relacionado con la investigación. Y no porque no exista un centro de referencia, el ITC, sino por la política de desmantelamiento seguida y por la urgente necesidad de retornar a sus momentos álgidos de actividad investigadora público-privada.
Pero lo que el último estudio de KPMG indica pero no refleja de manera expresa en las conclusiones, es algo que venimos diciendo desde hace mucho tiempo y que muchos analistas señalan: el precio medio por metro cuadrado exportado al que vende Italia es superior al español; los italianos venden, en general, a los segmentos medio y alto y los españoles a los segmentos medio y bajo. Los grupos que se han formado para producir o subcontratar producción en grandes cantidades lo demuestran.
No me gusta utilizar muchas cifras en mis comentarios, pero en este caso son imprescindibles, aunque emplearé las menos posibles: en 1995 y 2002, con datos de la extinta Área de Estudios de la Cámara de Comercio de Castellón a partir de informaciones de Ascer y Assopiastrelle, el precio medio de venta de lo exportado por Italia superaba al español en un 38,9% y un 53,9%, respectivamente. Esos porcentajes en 2013, 2014 y 2015 eran, respectivamente, el 82,4%, el 89,9% y el 109,2%.
El problema viene de lejos y si el sector quiere asegurar su futuro debe, además de mejorar la imagen del producto en los mercados exteriores, intentar reducir fuertemente esos porcentajes que, peligrosamente, se han incrementado en el último año.
Queda, pues, mucho trayecto por hacer si el sector cerámico español quiere ser un sector de futuro. ¿Qué opinan ustedes?