Enrique Domínguez. Economista.
A veces, yo diría que demasiadas, olvidamos que por encima (sí, por encima) de los países están sus ciudadanos.
Demasiadas veces opinamos y actuamos como si estuviéramos sobre un gran tablero en el que podemos mover a nuestro antojo sus piezas, olvidando que el contrincante también puede hacer lo mismo. Para evitar esa arbitrariedad se determinan unas reglas que nos obligamos a cumplir; pero, ¿quién dicta esas reglas?, ¿cómo se ha llegado a ellas? ¿De mutuo consenso o de manera pseudodemocrática, por el peso del que domina?
Me temo que algo de esto último ha ocurrido en todo lo relativo a la crisis actual de la economía y a la respuesta a la misma en la UE. Muchas veces olvidamos que quien sufre o se beneficia de una medida son personas y lo que sobre el papel se supone bueno para el país, es malo para muchos de sus ciudadanos.
Es cierto que no se puede ni se debe vivir por encima de nuestras posibilidades; es cierto que los griegos falsearon las cuentas para acceder a la zona euro, pero, ¿qué tan buenos eran los que revisaron las cuentas que, valga la redundancia, no se dieron cuenta? Los griegos tienen un sistema impositivo muy viva la virgen, paga quien quiere; el fraude y la evasión fiscal es bastante superior al de aquí. ¿Cómo resolverlo? ¿Dándoles dinero a espuertas? ¿Cubriendo sus necesidades y sin corregir ni reformar sus estructuras fiscales, sanitarias, laborales?
Ya se les han apretado las clavijas; se han reducido las pensiones, los salarios; se han mandado muchas personas al paro; se han reducido las atenciones sanitarias. El país debe el 175% de su PIB (nosotros casi el 100%) y gasta mucho más de lo que ingresa. Esa situación es insostenible. No pueden pagar de ninguna manera esa deuda.
¿Y cómo lo solucionamos? ¿Apretando más las tuercas desde nuestra posición de defensores de la legalidad, diciendo que como ya hemos hecho reformas que las hagan ellos? Pero, ¿cumplió Alemania con el porcentaje de déficit tras la caída del muro? ¿No se le hizo una quita tras la segunda guerra mundial?
Son situaciones diferentes, pero si los griegos son plenamente conscientes que prolongando un rescate tal cual está van a ir a peor, ¿por qué no reflexionar de manera seria y con un plazo de tiempo determinado cómo hacer frente a esta situación? ¿Por qué no pensar que tras las duras medidas propuestas hay personas que no pueden aguantar más y que “de perdidos al río”? ¿Quiénes fueron los que permitieron que Grecia entrara en el euro? ¿Por qué no exigirles a ellos su responsabilidad en todo esto? ¿O es que a Alemania no se la toca? ¿Qué pasa con las cajas de ahorros alemanas? Corramos un tupido velo.
La solución es complicada y compleja. Un país que representa menos del 2% de la economía de la zona euro no debería crear problemas al 98% restante, pero hace pocos meses ya vimos que sí. Y su salida del euro, que algunos proponen y que sería un suicidio para los griegos, sólo sería un ejemplo del fracaso de esa Europa unida, de esa Europa que sólo avanza a golpe de crisis. Esta es una de ellas pero lo básico que sería alcanzar una fiscalidad conjunta y un auténtico gobierno europeo es cada vez más una quimera.
España no es Grecia; eso es cierto. Es lo que nos repiten nuestros políticos golpeándose el pecho y añadiendo que nosotros sí hemos hecho los deberes. Nuestros ciudadanos han tenido que sufrir recortes en sanidad y en educación, bajadas de salarios, pérdidas de empleos, reducción de las pensiones; pero, gracias a ello comenzamos a crecer y somos un ejemplo para Alemania. Hemos hecho los deberes. Una vez saneados, más o menos, ya enfilamos el crecimiento y la disminución de nuestros problemas. ¿Seguro?
Ahora nos permitimos mirar por encima del hombro a Grecia y decirle que nosotros también tuvimos problemas y hemos hecho reformas, que deben pagar todo lo que se les ha prestado y que las reglas son las reglas. Yo también quiero que paguen pero estudiando la manera de no perjudicar más a sus ciudadanos. ¿Nos importan realmente las personas?
Cuidado porque aquí también está el personal bastante quemado con los grandes partidos y pronto podríamos sorprendernos con lo que salga de las urnas.