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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Lo crudo del crudo

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Enrique Domínguez. Economista.

La escasez de las reservas de petróleo, su creciente coste de extracción, la mejora de la tecnología para hacer rentables las bolsas de petróleo menos alcanzables, surge de cuando en cuando como si de una serpiente de verano se tratase para hacernos pensar en su agotamiento y en necesidad de plantear, con tiempo, alternativas a este recurso fósil.

La organización que agrupa a una parte relevante de los países productores de crudo, la OPEP, también, en diferentes momentos, nos ha hecho ver o sufrir su control del mercado, encareciendo el precio del barril de petróleo e, inmediatamente como consecuencia, la subida relevante de sus derivados, gasolinas, gasóleos y fuel. Guerras, como la del Golfo, o problemas de suministro, dieron lugar a fuertes subidas de su precio.

Pero, desde hace unas cuantas semanas, estamos asistiendo a un descenso paulatino y continuado del precio del crudo, retroceso que está ocasionando ya pérdidas importantes a los países productores, en particular a Venezuela, Irak, Irán y Rusia, entre otros. Y, a pesar de ello, la OPEP, controlada por Arabia Saudí, no ha acordado reducir la producción para así, hacer subir su precio. Hay, parece ser, un exceso de oferta a nivel mundial y un cierto descenso de su demanda.

¿Y por qué se produce esa situación? En ello tiene mucho que ver la menor actividad en China y su mayor uso del carbón para producir electricidad y la política petrolera de Estados Unidos que ha puesto en marcha en algunos estados el sistema de extracción conocido como fracking, lo que ha dado lugar a que USA, tradicionalmente un gran importador de crudo de petróleo, haya reducido fuertemente esas compras.

Al mismo tiempo, la política de Arabia Saudí, cuyos costes de extracción son reducidos, se puede permitir que el precio del barril vaya a la baja y así ir eliminando competidores o dando pie a que proyectos en marcha o previstos se pospongan o anulen ante la pérdida de rentabilidad que supone el actual precio del crudo.

¿Cuánto tiempo durará esta situación? Es difícil de saber. Lo cierto es que, mientras dure, en el caso de España, el país se estará beneficiando de esos menores precios de un producto que importamos en su casi totalidad, a pesar de la depreciación del euro respecto al dólar, moneda con la que se llevan a  efecto esas compras.

Pero, ¿en qué medida nos beneficiamos los consumidores de esta situación? Pues mucho menos que las firmas importadoras del crudo. Tenemos en España un fuerte oligopolio a nivel de refinerías y de distribuidores, que hacen que esos descensos no se trasladen en proporción parecida al precio final de las gasolinas, gasóleos o fuel. Y también influye el fuerte peso del impuesto sobre hidrocarburos, que no se contrae.

Dure lo que dure esta situación, hemos de tener muy en cuenta la dependencia casi total que tiene España de las importaciones de combustibles fósiles y la potencial inestabilidad política en bastantes de los países suministradores. Y, además, los riesgos que esto puede suponer para todos los consumidores, particulares o empresas.

Lo crudo del crudo de petróleo, pues, es su futuro; principalmente para los países que dependen en gran medida del mismo y, sobre todo, para las naciones que no se plantean o no son capaces de plantear un debate serio, sin maximalismos ni ideas preconcebidas sobre el futuro de su energía y de las fuentes de las que debe proveerse el país a fin de reducir o eliminar, si es posible, los problemas que su escasez, su precio o sus riesgos pueden implicar.

Si no sabemos resolver esta situación tendremos un grave problema. ¿Sabremos?