Enrique Domínguez. Economista.
Desde su creación, la idea de ir hacia una auténtica unión europea siempre ha estado presente aunque ha pasado por crisis lo suficientemente graves como para pensar que iba a terminar de mala manera. Sin embargo, en el último momento se ha sabido encontrar la forma de tirar adelante y de solucionar, más o menos, los problemas planteados; se han llamado crisis de crecimiento.
Ahora estamos ante otra de esas situaciones. El tema de Grecia es la piedra de toque para saber si la idea de una Europa unida, de los estados unidos de Europa es posible o solo es una utopía cada vez más inalcanzable.
El trato que se está dando al tema griego, a mi modo de ver, está diluyendo esa idea de Europa unida y la está redirigiendo hacia la Europa de los más preparados, de los que disponen de más medios; hacia la idea que propició la creación de las Comunidades Europeas: un mercado común. Se ha dicho que éstas funcionaron bien con sus seis países fundadores pero que, conforme se han incrementado sus miembros, han ido acentuándose los problemas.
Cada vez parece estar más claro que la idea de una gran Europa se va transformando en una Europa a dos velocidades, la de los más ricos o preparados, los que siempre han estado mandando, y la de los restantes entre los cuales también se podría hablar incluso de una tercera velocidad ¿Cómo cuadrar todo esto? ¿Cómo construir esos ansiados (de boquilla) y cada vez más utópicos estados unidos de Europa?
Grecia ha sido un ejemplo de cómo no se debe actuar. Se está echando la culpa a su actual gobierno cuando los causantes de la situación actual han sido los gobiernos anteriores, conservadores y socialistas, y los responsables de la UE que no supieron ver que las cuentas presentadas para acceder a la zona euro estaban falseadas. También hay que decir que, en mi opinión, el actual gobierno ha pecado de una gran ingenuidad al pensar que, tensando la cuerda, los duros de la UE, léase Alemania principalmente, iban a ser más condescendientes. Lo que por ahora se ha conseguido ha sido bastante menos de lo propuesto antes del referéndum y, eso sí, mucho más duro y difícil, por no decir imposible, de conseguir.
Es cierto que Grecia debe hacer reformas: tener un catastro, corregir la gran bolsa de fraude y de economía sumergida, reformar su sistema fiscal y laboral y su modelo productivo y, seguramente, bastantes más cosas. Pero, ¿la forma de conseguirlo es acentuando más su mala situación económica y social, subiendo impuestos y bajando pensiones o es ver cómo integrar poco a poco al país en la idea de Europa?
Da la impresión, como decía antes, que el querer hacer la gran Europa política que forme un bloque sólido frente al norteamericano, al ruso o chino es cada vez más endeble e ilusoria.
La casa europea se comenzó por el tejado, creando una moneda única, que nos ha dotado de una mayor estabilidad, pero sin diseñar a continuación la que debería ser una clara armonización fiscal y una paulatina unión política; no tenemos una constitución europea ni un auténtico gobierno europeo con un presupuesto acorde con su papel.
Por eso, ante lo ocurrido con Grecia quienes han perdido de veras, me temo, somos los que pensamos en que esa idea de los estados unidos de Europa era factible. Como sucedáneo, tal vez, se intenta aprobar el Tratado comercial Europa-Estados Unidos, con lo que queda claro que lo que priman son los intereses económicos y no los sociales y políticos. ¿Tiene futuro, a pesar de todo, la idea de Europa? ¿Qué piensan ustedes?
