Enrique Domínguez. Economista.
Contra casi todo pronóstico, hace pocas horas que Donald Trump, el representante del partido republicano, que tiene como mascota al elefante, ha sido elegido como presidente número 45 de los Estados Unidos para los próximos cuatro años y tomará posesión el próximo veinte de enero.
Los expertos nos podrán explicar, a toro pasado, qué es lo que ha ocurrido; cómo ha sido posible que, tras una campaña tan sucia y tan antipolítica, se haya dado este desenlace. Se hablaba de porcentajes muy ajustados de votos, pero en casi todos ellos salía triunfadora por poco la representante demócrata; aunque sí es cierto que en votos personales la diferencia ha sido poca.
Casi todas las encuestas han fallado; lo mismo ocurrió con el Brexit y, más recientemente, con el referéndum en Colombia ¿Habrá que dar por buena aquella frase de que “en el mundo hay verdades, mentiras y estadísticas”? ¿Por qué esos errores? ¿Se diseñan mal, se gasta poco dinero o no se encuestan a todos los estratos de población? O, tal vez, ¿la persona que contesta dice lo que cree políticamente correcto y, en mayor o menor porcentaje, esconde su verdadera respuesta?
Puede ser que haya de todo un poco. La inmediatez en conseguir una respuesta puede obviar la seriedad en el diseño de la muestra o en el trabajo de campo. Y reconocer que uno vota a un candidato que ha sido tachado de machista, de homófobo y de bastantes cosas más y que si dijera lo que él ha dicho en campaña incurriría en delito, es arriesgado. O tal vez, se desconoce qué pasa en la América profunda. O tal vez, han habido muchos resentidos con la candidata demócrata entre los oponentes que dejó en el camino de su denominación.
Pero ya es Donald Trump presidente electo. ¿Hará o podrá hacer todo lo que ha dicho en campaña? De momento, su primer discurso ha sido mucho más moderado; es un gran showman. Hay que tener en cuenta que, aunque el partido republicano domine el Congreso y el Senado, el poder del Presidente es el que es y también tiene bastantes opositores dentro de su partido.
Pero, por ejemplo, ¿construirá el muro con México? ¿Impondrá un arancel a todos los productos chinos que se importen? ¿Retornará a USA las empresas que están fabricando fuera de los Estados Unidos? ¿Anulará los tratados internacionales de comercio ya vigentes? ¿Primará la producción norteamericana sobre la foránea?
Tiempo al tiempo. De momento, parece que sí que potenciará todo lo relativo con las infraestructuras y ello puede ser beneficioso para las empresas españolas que trabajan en este campo o en actividades relacionadas con el mismo.
Las empresas que trasladaron sus producciones fuera de los Estados Unidos donde, manteniendo la calidad, fabrican a menor precio, ¿volverán otra vez a localizar sus producciones en USA, con un mayor coste y con pérdida de mercados internacionales?
Seguramente será una época mucho más proteccionista que librecambista; los tratados entre países ya firmados, como el del Pacífico, o en fase de estudio, como el TTIP entre Europa y Estados Unidos, seguramente, se cancelarán o se paralizarán. Pero aún es pronto y hay que tener en cuenta que, a pesar del populismo que ha impregnado toda su campaña, una cosa es lo que se dice en ella y otra el verse como presidente en un entorno internacional cada vez más complejo.
Por eso, pensar en tasas arancelarias a los productos de procedencia china, del 35% creo, es mucho decir cuando resulta que USA es un país con una gran deuda y, curiosamente, una parte más o menos relevante de ella está en manos de capitales chinos.
El mundo es muy complejo; esto es una primera aproximación, a vuela pluma; pero, ojalá el elefante sea mucho menos fiero de lo que ha sido durante la campaña. Y ojalá su populismo no sea un ejemplo para partidos de extrema derecha o euroescépticos. Ojalá ¿Qué piensan ustedes?