Juan Giner. Militar en la Reserva e Investigador Histórico.
En el mar de palabras y falsos gestos al que nos tienen acostumbrados la mediocre clase política, el pensamiento queda acuñado como simple anécdota y la letra impresa como letargo histórico de iluminados cuya lectura duele o molesta en tiempos de clamorosa decadencia ética y moral, olvidando en su engreimiento y absurda soberbia el contraste de pareceres a la gestión pública.
Asemejaría la citada actitud política respecto al ciudadano el hecho ocurrido en 1969 en la televisión alemana donde la carta de ajuste se sustituyó por un juego de chimenea dando lugar a que un ingente número de televidente solicitó en función de la deficiente programación del canal en cuestión, mantener por siempre la imagen de la llama encendida.
Bien, pues eso mismo es la sensación del ciudadano español, la de un ‘tronco’ político ardiendo sin consumirse y que lamentablemente se repite con las mismas argucias y palabrería un día sí y otro también, por lo que bien se haría en mantener inmóvil uno de los canales televisivos con foto fija del político de turno.
Sería, al fin y a la postre, un cuadro sin armonía ninguna que incluyera la banda sonora de nuestra angustia y que a su visión nos incitara a gritar con el espantoso aullido del que no atisba salida alguna a nuestra caótica situación.
Decía Ortega: “… La vida no es sin más ni más el hombre, es decir, el sujeto que vive. Sino que es el drama de ese sujeto al encontrase teniendo que bracear, que nadar náufrago en el mundo…”.
¿Puede usted decirme si Ortega y Gasset no variaría el concepto de la vida aplicado al sujeto político en el día de hoy?