Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.
Habitualmente van apareciendo noticias que versan sobre emisiones de dióxido de carbono: que si han aumentado en general en España, que si cierta empresa ha conseguido disminuir sus emisiones... El dióxido de carbono (conocido como CO2) es uno de los gases producidos por el ser humano debido al desarrollo de sus actividades, y que afectan al clima y al ecosistema. Es por ello que se están intentando desarrollar tecnologías que disminuyan la producción de éste, y una en la que más se está apostando es la captura y el almacenamiento de CO2.
Al quemar combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) incrementamos la concentración de CO2 en la atmósfera, que en este momento es mucho mayor que lo que ha sido en cualquier momento en los últimos 600.000 años y, según algunos investigadores, esto es causa de lo que se conoce como efecto invernadero: el aumento de la temperatura debido a la retención de los rayos solares en la atmósfera. Desde hace unos cuantos años, desde organismos gubernamentales se está impulsando la reducción de emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero, entre los que se encuentra el CO2. El gran ejemplo es el Protocolo de Kyoto, que se firmó por una gran mayoría de países en el año 1995.
Una manera de reducir el CO2 que se libera a la atmósfera es contar con más fuentes alternativas de energía que no lo produzcan, pero de un tiempo a esta parte se ha planteado una nueva alternativa: ¿y si pudiéramos capturar el CO2 producido y colocarlo en otro lado, en vez de liberarlo a la atmósfera? Toda esta idea se engloba dentro de una tecnología conocida como Captura y Almacenamiento de CO2 (del inglés CCS: Carbon Capture and Storage) y que, a grandes rasgos, consiste en capturar el CO2 en lugar de dejarlo subir por la chimenea. Este gas luego será almacenado o “secuestrado” de manera segura por un largo período de tiempo en un lugar donde no pueda liberarse a la atmósfera.
Técnicamente, el mejor lugar para capturar el CO2 es en las plantas de energía que generan electricidad, que producen casi un tercio de las emisiones globales de CO2. El CO2 se produce al quemar combustibles, ya que la reacción habitual de combustión es:
Combustible + Oxígeno y se produce CO2 + Agua + Energía
Entonces, existen tres posibles vías para poder capturar el dióxido de carbono: Separar el CO2 después de la combustión; retirar el carbono del combustible antes de la combustión de modo que sólo se produzca vapor de agua; y quemar los combustibles fósiles con oxígeno puro en lugar de hacerlo con aire. Todos estos procesos están ya desarrollados, aunque solo a pequeña escala y en condiciones de laboratorio, y cada uno tiene sus ventajas y inconvenientes.
Por ahora, solo hemos obtenido la parte de capturar el dióxido de carbono en el proceso de combustión, aún falta la parte más importante: ¿dónde se puede guardar un gas de manera masiva y muy económicamente? La semana que viene continuaremos con la respuesta a esta pregunta. Como siempre, comentarios abiertos para dudas, opiniones… así estas columnas son mucho más ricas y completas. Hasta la semana que viene.