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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 10:44

Captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CCS) (II)

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Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.

La semana pasada introducíamos una tecnología en la que se estaba poniendo mucha carne en el asador con el objetivo de disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) al ambiente. La idea conceptual es atrapar este gas producido durante la combustión de petróleo o gas natural y almacenarlo de manera que no se libere al ambiente.  Ya hablamos de la técnica de captura y de las diferentes posibilidades que existían, y dejamos planteada la siguiente pregunta: ¿Dónde se puede guardar un gas de manera masiva y muy económicamente? Esta semana buscaremos la solución.

Como todos sabemos, para guardar un gas es necesario un recipiente. Una de las ideas más prometedoras para esta tecnología es utilizar como recipiente formaciones geológicas subterráneas, de tres tipos. En primer lugar, proponen utilizar los depósitos de petróleo o gas casi agotados. Una vez que un yacimiento ha sido vaciado por un período de tiempo, existe espacio disponible para almacenar CO2, ya que el pozo que contiene el petróleo está cubierto por una capa de roca impermeable (a menudo sal o arcilla) que no permite pasar. La idea, es que a medida que se retira el petróleo o el gas, se bombee CO2 en el yacimiento. Esto aumenta la presión de manera que el petróleo fluye más fácilmente, y las últimas fracciones del petróleo pueden llegar a la superficie. Al mismo tiempo, es posible secuestrar este CO2 y almacenarlo para siempre en el subsuelo, ya que si el petróleo ha permanecido ahí, se puede suponer lo mismo para el dióxido de carbono. Sin embargo, esta práctica no está exenta de riesgos. Si hubiera un escape del yacimiento, podría provocar la muerte de animales y plantas ya que se puede morir ahogado si el dióxido de carbono sustituye al oxígeno. Los escapes están estudiados y existen técnicas desarrolladas y manuales de prevención de estos riesgos.

Además de aplicarlo en pozos de extracción de petróleo y gas, existen otras opciones para almacenar el CO2 en lugares que nunca han contenido hidrocarburos. Existen muchas “trampas” geológicas subterráneas llenas de agua, los depósitos acuíferos. Evidentemente están llenos de agua salada, de modo que no son adecuados para suministrar o almacenar agua potable para consumo humano. Así, parecen los más adecuados para almacenar CO2 profundamente bajo tierra, ya que el contacto del gas con el agua puede provocar que éste se combine con la roca quedando atrapado para siempre.  Otro medio de almacenamiento potencial son los depósitos de carbón que son demasiado profundos para ser minados. Actualmente se están desarrollando dos proyectos de captura y almacenamiento de CO2 en el yacimiento Sleipner en el Mar del Norte en Noruega y en el yacimiento Weyburn en Canadá.

El aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera es un hecho constatable, y esto afecta de manera clara al ecosistema y a nosotros que formamos parte de él. Mientras avanzamos hacia un futuro con un modelo energético nuevo y sostenible, es necesario contar con tecnologías que puedan paliar este gran problema. Como siempre, comentarios abiertos para sugerencias, ideas… Hasta la semana que viene.