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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 16:59

Fusión nuclear: El ITER (III)

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Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.

Después de dos columnas en profundidad con este tema, esta semana acabaremos con la explicación de la instalación experimental que va a intentar reproducir las condiciones para poder tener la energía que producen las estrellas aquí en la Tierra, en concreto en un pequeño pueblo de Francia. Allí se va a construir el ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor, en español Reactor Termonuclear Experimental Internacional), una de las más grandes instalaciones realizadas por el hombre, de complejidad similar al acelerador de partículas del CERN. Los actuales socios del proyecto ITER son la Unión Europea, Japón, China, la Federación Rusa, los Estados Unidos de América y Corea del Sur.

La meta final de esta investigación es diseñar un prototipo de central de generación de energía de fusión, que genere diez veces más energía que la que consume, mientras cumple con los requisitos que la sociedad exige a una instalación de este tipo: que sea segura, fiable, sostenible, que no dañe el medioambiente y económicamente viable. En los últimos diez años se ha avanzado de manera importante en cuanto al conocimiento científico y técnico necesario en este campo.

La semana pasada hablamos de las reacciones nucleares necesarias para poder producir la energía, y la conclusión era que las partículas se deben calentar para aumentar su velocidad, de modo que al chocar entre sí puedan fusionarse, mientras se mantiene una alta densidad, y así una concentración de partículas suficiente para que choquen con mucha frecuencia. Esto supone llevar el material al estado de plasma, con 150 millones de grados centígrados de temperatura. El gran reto es confinar esto en la superficie terrestre, sin que afecte a su alrededor. Bajo esta premisa se encuentra la piedra angular del ITER: el Tokamak, el reactor de fusión. El sistema de confinamiento de este reactor consiste en confinar las partículas en un espacio reducido mediante campos magnéticos, en concreto "botellas" magnéticas en forma de donut, creadas mediante bobinas superconductoras que operan a casi -270 ºC. Por ello, el funcionamiento de todo este sistema requiere de una tecnología y de unos materiales y diseños muy novedosos y costosos de construir. Después de varios años de obra civil, ahora se ha inaugurado el cuartel general del ITER, los apoyos antisísmicos del reactor están listos y se acaba de aprobar el diseño de su escudo térmico, parte fundamental de éste junto con el sistema magnético. Aparte del reactor, se están desarrollando las plantas de tratamiento de combustible y de seguridad.

Las previsiones más optimistas hablan de que el ITER entrará en funcionamiento en unos 15 años, pero año tras año se retrasan las previsiones.  En teoría, el reactor del ITER será experimental y no volcará su energía a la red eléctrica, pero no así su sucesor, DEMO, que empezará a operar sobre la década de los 40. Después, se espera que comience el despliegue de las centrales de fusión comerciales por todo el mundo. Aunque actualmente es posible que no seamos testigos del uso masivo de la fusión nuclear como fuente de energía, sí que parece necesario  investigar en  tecnologías puede tener un impacto beneficioso para toda la humanidad y creen una nueva era, eliminando muchas de las problemáticas actuales. Como siempre, comentarios abiertos para dudas, opiniones… así estas columnas son mucho más ricas y completas. Hasta la semana que viene.