Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.
La semana pasada nos dejamos al ser humano que empezaba a hacer sus pinitos con las herramientas, en concreto con cantos rodados que, al ser golpeados, se rompían formando un filo que utilizaban para diferentes menesteres, como recolectar y comer carroña. Sin embargo, le esperaba un cambio brutal en su manera de trabajar y de hacer. Llegaba el período “Achelense”.
Las herramientas que utilizaba hasta el momento eran herramientas de “usar y tirar”, es decir, herramientas fáciles de fabricar y de poca vida de uso. Sin embargo durante este período (1.600.000 – 100.000 a.C.) este homínido tuvo la genial idea de fabricar herramientas más duraderas, a costa de tener que fabricarlas y transportarlas inmediatamente. En este momento aparece el concepto abstracto de propiedad, ya que el ser humano sentía que esa herramienta pertenecía a él, e incluso existen algunas teorías sobre ofrendas funerarias, pero creo que eso queda fuera de esta historia. Así, las herramientas eran una parte importante del homínido durante este período.
El período “achelense” se caracteriza por ser la primera cultura que posee bifaces en su tipología. Esta innovación principal, asociada con las herramientas de mano, consiste en que la piedra era trabajada de forma simétrica a ambos lados de los cantos, formando una especie de lágrima con dos lados cortantes. Los bifaces eran herramientas multiuso y muy versátiles: servían para cortar la piel, la carne y trabajar la madera. Los materiales utilizados estuvieron determinados por los tipos de piedra local; así, en África las rocas ígneas y sedimentarias, como el basalto, fueron las más ampliamente utilizadas, en tanto el pedernal se asocia con las herramientas encontradas en Europa Occidental. En todos los casos los fabricantes de herramientas trabajaban sus hachas de mano con materias primas provenientes de lugares cercanos, lo que sugiere que se trabajaba en equipo entre distintos grupos. Otra característica importante, es que algunas de las herramientas más pequeñas se hicieron con fragmentos resultantes de los golpes a los núcleos de piedra, es decir, se realizaba un aprovechamiento de los residuos de fabricación, cosa muy de moda aún en la actualidad.
Se había producido el desarrollo de una técnica más compleja, que requería que el fabricante de herramientas planificara o conociera paso a paso la secuencia que se necesitaba seguir para crear varias herramientas en un proceso, incluso utilizando diferentes tipos de herramientas sobre la misma pieza, lo que supone un claro síntoma de que el ser humano estaba evolucionando: aplicar herramientas sobre herramientas para mejorarlas.
Parece que hemos avanzado a gran velocidad por la historia, pero aún falta mucho por ver. La especie humana está comenzando a desarrollar el potencial que la llevará a la actualidad. La semana que viene seguimos con la historia. Como siempre, comentarios abiertos para dudas, opiniones… así estas columnas son mucho más ricas y completas. Hasta la semana que viene.