José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
¡Qué calor! Es una de las frases que más hemos oído en estos primeros días de septiembre, coincidiendo con el principio del curso. Tal era el calor previsto que desde la Conselleria de Educación se impartieron recomendaciones al respecto, dando a entender que al tratarse de una situación poco frecuente era necesario alertar al respecto al personal.
No puedo evitar esbozar una sonrisa pues todos los inicios de curso en general en nuestra tierra hace calor, mucho calor y si no que se lo pregunten a la anterior responsable de Educación
que hace un par de años tuvo que soportar protestas de docentes y sindicatos porque en un acto de valentía, por primera vez se iniciaba el curso a primeros de septiembre, de modo y manera que se conciliaba de un modo coherente la vida laboral de las familias con los horarios escolares y tuvo mala suerte: hacía calor.
Lo anterior no hace sino confirmar que en la mayoría de las ocasiones todos somos ‘de libro’, pero depende quien diga, haga o actúe reaccionamos de un modo u otro. Los titulares del inicio de curso son, menos alumnos por aula y más profesores: demagogia y contradicción, falsedad enmascarada, una más de las habituales en el actual equipo de gobierno educativo, ya que es complicado vender a la sociedad valenciana como es posible con menos alumnos reales tener una plantilla mayor de docentes.
No hay menos alumnos en las aulas porque se haya bajado la ratio, sino porque son menos y en muchos colegios públicos los grupos son de 14 o 16 como máximo, dejando muchas plazas vacantes y alimentando el clientelismo de docentes y sindicatos que ven con muy buenos ojos esta situación.
Obviamente estas políticas forman parte de una planificación a medio plazo, coincidiendo con la renovación de los conciertos educativos, en la que se argumentará siempre que sea posible, que hay suficientes vacantes públicas y no es necesaria la oferta concertada, pura política, en la que las familias y su derecho a elegir quién y qué colegio participa en la educación de sus hijos queda totalmente relegado ante los postulados ideológicos de enseñanza única pública y laica.
La Xarxa Llibres ha resultado un fiasco en planificación, dotación presupuestaria e igualdad en el trato. La creación de bancos de libros es buena y necesaria para las familias; ahora bien la realidad nos dice que si no se gestiona adecuadamente y se dota de los fondos suficientes es inviable. Esto es lo que está ocurriendo en la actualidad.
En la escuela pública muchos directores se niegan a pagar los libros que haya que reponer de los fondos que se les conceden para gastos generales, pues saben por experiencia que la Consellería paga tarde y mal, y que para esta partida no hay dinero real asignado, motivo por el que muchos colegios concertados han declinado adherirse a este proyecto ,al exigírseles adelantar los bonos de los libros para primero y segundo de primaria sin saber cuándo ni cómo se les iban a reintegrar; otra más de yo invito y tú pagas, plan perfecto.
