Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
“Habla Pueblo, habla” fue una canción del grupo Jarcha que se convirtió en uno de los himnos de la Transición. Hoy, sin embargo, los partidos dinásticos que beben de aquellas fuentes han entonado el lema “Calla Pueblo, calla”. Y es que la voz del Pueblo es algo que molesta, ya sea expresada directamente a través de las elecciones, ya sea indirectamente a través de manifestaciones, muchísimo a la chusma política y económica que ha esquilmado el país. De ahí que intenten limitar su ejercicio todo lo posible.
Ejemplos tenemos muchos, pero tal vez el más claro ha sido la cerrazón en banda a preguntar al Pueblo español si está o no de acuerdo con la forma de organización estatal, si quiere que seamos una monarquía o una república. En este sentido, no está de más recordar que el 65 % del pueblo español que vive hoy, en el 2014, no tuvo la ocasión de votar sí o no a la Constitución del 78 pues o era muy joven o ni siquiera había nacido, una Constitución, digámoslo de una vez alto y claro, que nació en unas circunstancias muy determinadas de aquello que se llamó “Democracia vigilada” y que consagró una jefatura del Estado designada y diseñada por el Dictador Franco. ¿ A que tienen miedo entonces? ¿Quién teme que el Pueblo español hable? ¿Tanto miedo da la Democracia?
Estamos en el siglo XXI y la casta, sí, la casta política intenta blindar un régimen político más bien propio del siglo XIX, de ese turnismo canalla basado en el caciquismo y en las redes clientelares que tanto daño hizo y me temo que hace. Por eso, la respuesta debe ser conjunta. Por eso debe articularse un frente amplio de las fuerzas que se consideren a sí mismas democráticas, que pongan el interés democrático por encima de los intereses particulares, que abandonen el juego de Tronos y la búsqueda de cuota de mercado, y afronte las próximas elecciones municipales y autonómicas con un programa mínimo muy claro: la necesidad de afrontar un proceso constituyente que restituya la voz al pueblo para que decida, para que decidamos, si queremos ser una República o una Monarquía, si queremos listas abiertas o no las queremos, si queremos o no limitación de mandatos, y si queremos que el Estado de Bienestar quede blindado por Ley o no. ¿Tan difícil es? ¿Tan utópico? Yo creo que no.



































