Javier Valls. Director de Formación y Empleo de la Cámara de Comercio de Castellón.
Estos últimos días estamos conociendo los datos de las exportaciones e importaciones del primer semestre de año. Los datos son alentadores porque están creciendo las ventas al exterior a la vez que nuestro superávit comercial se sitúa entre los mejores del territorio español. Es el sector industrial el que está sustentando estos datos, con las actividades tradicionales, la citricultura y la industria cerámica, a la cabeza. Y con unas previsiones para el segundo semestre positivas. A ello añadimos que, con o sin aeropuerto, los datos que nos aporta el sector turístico son también optimistas. Estos sectores, sin duda, arrastraran a una mejora de resultados económicos en el resto del sector servicios.
Si hay más actividad económica parece de lógica que debería de producirse una repercusión en una mayor necesidad de personas para trabajar en las empresas. Los datos así lo apuntan. No obstante, en la última encuesta de población activa Castellón todavía se mantiene en un 23’85% de tasa de paro, por encima de la media de la Comunidad Valenciana y del territorio español. Y esa situación no podemos obviarla. El camino a desandar es largo y, en algunos casos, tortuoso. Y, otro elemento a tener en cuenta, es la percepción general de que las condiciones laborales han ido empeorando en estos años.
No se trata de ser agorero si no realista. Y, como al final, parece que lo único que existe es lo que se puede medir, y esperemos que se mida mejor que las emisiones de CO2 de los vehículos de la compañía Volkswagen, debemos tender hacia el positivismo, y no sólo por lo que nos digan esos datos de los últimos meses, si no por una necesidad también de salud mental.
Vamos a confiar en esas exportaciones, en esa dinamización económica, sin olvidar que las musas, si pasan, mejor que nos encuentren preparándonos para cuando llegue nuestra oportunidad laboral. Sin duda, en estos años de crisis, aquellos con conocimientos y/o experiencia en departamentos de exportación, con altos conocimientos de idiomas, han seguido teniendo más opciones de empleo que muchos otras personas con perfiles profesionales diferentes. Somos un territorio con una economía basada desde hace muchos años en las exportaciones, es lógico que sea un área potente y que cada vez precisa de profesionales mejor preparados. En esa economía exportadora y globalizada el conocimiento de idiomas es cada vez más determinante: un técnico electromecánico de Castellón necesita trasladarse a la filial de Shangai y hablar con un proveedor de Sao Paulo, un ingeniero agrónomo de una comercializadora de cítricos, tiene que visitar unas plantaciones en Sudáfrica y resolver dudas sobre el uso de un fitosanitario con un fabricante alemán,… Y, ahora resulta que cada dos días llegan aviones de Bristol con cerca de 200 pasajeros que quieren pasar sus vacaciones en nuestro trocito de Mediterráneo,… Mejor que les atendamos muy bien y, además, en su idioma.