Javier Valls. Director de Formación y Empleo de la Cámara de Comercio de Castellón.
La Cámara de España acaba de presentar el estudio “Nuevas formas de cooperación Universidad-Empresa” que recoge la opinión de empresas y asociaciones empresariales con experiencia en el ámbito de la cooperación con universidades.
Como suele suceder en la mayoría de estudios, se trata de ver el vaso medio lleno o medio vacío, en función de la grado de actitud positiva / negativa y, también, de los intereses que se pretendan defender. Pero al final, los datos son los que son, y más allá de las interpretaciones posteriores, suelen ser bastante asépticos.
Podemos remarcar algunos de esos datos, como que el 82% de las empresas encuestadas destacan la capacidad de los universitarios para adquirir nuevos conocimientos en el ámbito de la empresa, que el 69% subraya su capacidad de trabajo en equipo, o que el 53% valora especialmente la habilidad de los graduados para proponer nuevas ideas y soluciones.
El caballo de batalla, una vez más, lo encontramos en la competencia idiomática, puesto que sólo el 43% de las empresas opina que los graduados españoles están preparados para trabajar en alguna lengua extranjera. Aspectos por debajo del 50% también los encontramos en la gestión del tiempo, donde sólo el 43% de las empresas lo valora positivamente, y en la gestión del estrés, descendiendo al 40% de las empresas encuestadas.
Más del 50% de las empresas afirma que tiene una estrecha relación de cooperación con las universidades a la hora de contratar titulados o de cubrir plazas de prácticas en las empresas. Siendo éstas prácticas un camino habitual para incorporarse a la plantilla, facilitando la gestión de los recursos humanos.
En cuanto a la percepción que tienen las empresas sobre la propia Universidad, prácticamente el 100% de las encuestas considera que la cooperación estratégica con las empresas debería ser modificada y el 90% pide una mejora en los periodos de prácticas, en el sentido de aumentar el número, el tiempo y el contenido.
Por último, en torno al 70% cree que la Universidad debería mejorar su sistema de financiación y un 60% considera que debería centrarse especialmente en actividades de I + D.
Estos son los datos, ahora toca interpretarlos, pero en cualquier caso, la fluidez de la relación entre la Universidad y la empresa debe tender a ser lo más óptima posible, puesto que ambas avanzan en una misma dirección. A fin de cuentas, entre los objetivos de la educación superior está la de preparar a los universitarios para que se incorporen a las empresas y ayuden a convertirlas en mejores y más competitivas.