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jueves, 5 de diciembre de 2024 | Última actualización: 23:11

017 y el telediario

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José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.

El dolor más grande que un padre pueden tener es ver morir a un hijo. Es  antinatural, fuera de toda lógica; la naturaleza, el sentido común y el devenir de la vida nos dicen que son los hijos quienes entierran  a sus padres y no al revés.

Hace unos días se suicidó una joven en Madrid. Pertenecía a una familia humilde, digna y trabajadora del barrio de Usera; el origen de tal inexplicable acto, el  bulliyng a que venía siendo sometida desde hacía meses en el instituto en el que estudiaba, o lo que es lo mismo el acoso por parte de compañeros que se aprovechan siempre de los más débiles, los más retraídos, los más indefensos. Arancha fue una víctima fácil para ellos, pues además tenía una leve discapacidad física y psíquica.

Es una situación que se repite con demasiada frecuencia tanto centros públicos como privados. Ahora todos son lloros, expedientes y excusas,  en fin quitarse las pulgas de encima,  intentando salir lo mejor parado posible. Unos reclaman más dinero no se sabe muy bien para qué, otros dicen no enterarse de lo que ocurre en sus aulas;" son cosas de críos ", dicen otros y los más descerebrados se atreven a afirmar, "son buenos chicos, un poco revoltosillos...", tremendos papanatas.

Los culpables no son solo esos cabronazos, hijos de mala madre, personas ruines, desalmados  que acosan, amenazan y angustian a ese compañero adolescente de mil maneras,  también lo son sus padres, imbéciles miopes en muchas ocasiones  que no tienen repajolera idea de  quién es su niño o su niña, incluso les resulta gracioso su comportamiento.

 Hay demasiadas Aranchas que se tragan en silencio las vejaciones y humillaciones de malnacidos ante la indiferencia de compañeros, ignorancia de demasiados profesores y lo que es inadmisible, de aceptación silenciosa por todos.

No nos ha de extrañar que quien hoy acosa, mañana maltrate, física o psíquicamente .La adolescencia es una etapa  complicada donde los canales de comunicación entre padres e hijos se interrumpen muchas veces y en otras casi; es difícil adivinar qué les pasa, y cuando se sabe, a veces es tarde.

Estoy harto de noticias como estas en el telediario, de montones de cámaras en el lugar donde ha ocurrido, con minutos de silencio, flores, velas y cánticos de m... que no sirven para nada, pues son menos que papel de periódico viejo.

No quiero noticias de acoso, pero cuando las haya que anuncien también un teléfono, el 017 ó el 018, o el que sea,  al que denunciar y a partir de ahí actuaciones rápidas y contundentes, atajando de raíz y poniendo en vereda a quien no ha actuado conforme a su obligación.

No siendo responsables de estos comportamientos, los docentes si deben estar atentos, particularmente en estas edades, pues solo con levantar la vista seguro las  detectan.

Evitar que padres como Vanesa lloren desconsolados por la muerte de su hija es cosa de todos. Tolerancia cero al acoso escolar.