Jorge Fuentes. Embajador de España.
Quizá recuerden ustedes aquella anécdota del cura que reprende a uno de sus feligreses por ser muy mal hablado ya que soltaba un taco por cada dos palabras. El buen hombre, tras escuchar a su párroco con mucha atención, le contesto compungido: "Tiene usted razón señor cura, seguiré su consejo porque a fin de cuentas hablar bien no cuesta una p...m...".
Pues no crean, no es tan fácil hablar bien. En España, por ejemplo, se habla muy mal. Ya hemos dicho muchas veces que en nuestro querido país, cada vez se habla menos y peor el castellano, el segundo idioma vehicular más importante del planeta y que es lengua oficial de 500 millones de personas y no dudo que pronto será hablada por 1000 millones de seres humanos.
No voy a recordarles ahora algunos errores gramaticales tan evidentes que casi todos sabríamos corregir. Tres ejemplos:
1.- el pretérito indefinido de muchos verbos: en lugar de fuiste, comiste, subiste, habrán oído ustedes el horrible fuistes, comistes, subistes.
2.- Con frecuencia oímos el "¿Me se oye?" En lugar de "¿Se me oye?"
3.- El "dequeísmo" consiste en abusar de la preposición "de". Por ejemplo, "Percibo de que esta calle es muy ruidosa". A veces el error es justo el contrario y se prescinde de la preposición cuando debería incluirse.
Pero insisto, estos fallos, siendo frecuentes, no son cometidos por personas medianamente cultas. No los veo reflejados en artículos de prensa o en locutores de radio y televisión.
Voy a contarles algunos errores que oigo cometer no solo a periodistas, a gentes supuestamente cultas, a políticos sino incluso al mismísimo presidente del gobierno.
Lo note repetidamente en el mundo de la meteorología (a la que por cierto muchos llaman "metereorología". Igual como ocurre con dentífrico/dentrífrico.). Al contar la temperatura esperada dicen "vente, venticinco, trenta grados" en lugar de veinte, treinta. Por el contrario se dice cuarenta, cincuenta en lugar de "cuareinta o cincueinta", como muchos dicen.
Créanme, ese fallo tan elemental es cometido por la mujer del tiempo en TV-1, por muchos tertulianos y por Don Mariano Rajoy.
Otro patinazo más sutil. Todos sabemos desde los tiempos de la mili que cuando nos daban una instrucción debíamos responder "A la orden mi Coronel!". Quizá por esa razón casi todo el mundo se confunde y dice "La orden del día" cuando debe decirse "El orden del día".
Por hoy no seguiré. Quizá otro día continúe. Echo de menos un programa de TV-2 en que mi buen amigo y colega el Marqués de Tamaron ventilaba semanalmente algunos gazapos encontrados en la prensa, a la manera de La cárcel de papel de la inolvidable revista ‘La Codorniz’. Ambos nos enseñaban mucho.
Acabare con un chiste:
- Doctor, tengo un problema, hablo mal. Por ejemplo, digo "federico".
- Pero Federico está muy bien dicho.
- ¡Menos mal! Amparo, abre el ‘federico’ y tráeme una cerveza muy fría.