Jorge Fuentes. Embajador de España.
Ha sido una infeliz coincidencia el que, desde que se levantó el estado de alarma y el gobierno central descargó sus responsabilidades sanitarias en los gobiernos autonómicos, las tres autonomías históricas -Cataluña, el País Vasco y Galicia- sean aquellas en que los rebrotes del coronavirus han sido mas agudos. En las tres había elecciones pendientes, dos de las cuales acaban de celebrarse.
En ambos casos los resultados para Unidas Podemos han sido catastróficos, desapareciendo del mapa en Galicia y perdiendo casi la mitad de sus escaños en el País Vasco. Malos resultados también para el PSOE, que en ambas autonomías pasa de ser la segunda fuerza, a verse rebasado por los partidos nacionalistas BNG y Bildu.
Tales derrotas de la izquierda que hubieran podido capitalizarse desde la derecha, no ha sido exactamente así. En el Pais Vasco, la elección por parte de Casado de Iturgaiz como candidato a la presidencia y el pacto con Ciudadanos no ha dado los resultados esperados y el PP ha restado la mitad de sus escaños, lo que debe ser anotado en el debe del partido y de su líder.
Pero es que en Galicia, donde el PP obtenía su cuarta mayoría absoluta, sólo comparable a las que Fraga alcanzó en su día, el triunfo se está atribuyendo casi exclusivamente a la moderación y la buena gestión de Feijoo. Por el contrario, no debe cabernos ninguna duda de que si éste no hubiera vencido, la derrota se hubiera cargado exclusivamente sobre Casado a quién se estaba vaticinando un penoso réquiem.
Sánchez no se ha dado por enterado de los resultados, muy al contrario, alardea de que el pacto de gobierno funciona perfectamente preparándose para adoptar nuevos presupuestos y obtener considerables apoyos económicos de la UE, cuyos líderes, por el momento, están dando respuestas muy frías a las ilusas expectativas del gobierno español.
Sólo el diario ABC y la prestigiosa consultora GAD 3 han resaltado la clara victoria del PP subrayando que si hoy hubiera elecciones, Casado superaría en escaños a Sanchez, aunque el gobierno quedaría mas que nunca en manos de los nacionalismos vasco y catalán, mucho más proclives a pactar con la izquierda que con la derecha.
Aparte del sobresalto de la pandemia sólo nos queda en materia electoral, las próximas autonómicas catalanas pendientes de la confirmación de la inhabilitación de Torra que le mantendrá separado de la vida política por una buena temporada. Previsiblemente, antes de que ello ocurra, querrá convocar elecciones y presentarse a ellas como víctima del oprobioso sistema judicial español.
Nadie dijo que la democracia fuera un régimen político sencillo. Y que las autonomías, históricas o más recientes, contribuyeran a facilitar el escenario. Pero es lo que hay y lo que los españoles hemos elegido.
