Jorge Fuentes. Embajador de España.
En el Ministerio de Asuntos Exteriores de España -y de todos los países de nuestro entorno- es bien sabido que anualmente se efectúa una gran combinación diplomática que afecta a alrededor de 30 embajadas cuyos titulares deberán cesar, cambiar de puesto o regresar a la administración central.
Tal reordenación de nuestros embajadas es necesaria en virtud del principio de rotación que por una serie de razones se considera conveniente para que los enviados diplomáticos no permanezcan en un país más de cuatro años, volviendo a España como máximo cada dos puestos, es decir, cada ocho años.
El motivo principal de estas movido, por lo demás bastante costoso y complicadas es conseguir un máximo de eficacia de nuestros profesionales, evitar que se identifiquen excesivamente con el país de destino logrando, al mismo tiempo, que no pierdan contacto con la realidad del propio país.
Una simple operación matemática indica que, teniendo España 120 embajadas en el mundo, cada año tendrán que producirse entre 30 y 40 cambios de embajadores.
Aparte de los Jefes de Misión, se atienen a parecidas normas temporales los cónsules generales y todos los funcionarios diplomáticos destinados en las embajadas aunque sus desplazamientos, al no depender de decisiones del consejo de ministros y no ser publicados en el BOE, tienen escasa divulgación política y mediática.
En 2017 la combinación va a ser dos veces mayor que en años normales, afectando a 68 países ya que en 2016 y debido a que el gobierno en funciones no estaba facultado para efectuar nombramientos, los embajadores que habían cumplido sus plazos máximos o incluso se habían jubilado, tuvieron que permanecer en sus puestos un año más hasta que, por fin, el pasado noviembre España tuvo su presidente y su gobierno y empezaron a llover los nombramientos.
Todo este galimatías hubiera pasado casi desapercibido, como cada año, de no ser que una de las embajadas afectadas era la de Londres cuyo titular, Federico Trillo, cumplía su límite máximo de estancia el año pasado aunque, por la razón que acabo de explicar vio su puesto prorrogado durante un año más. La noticia se volvió más llamativa por el reciente dictamen emitido por el consejo de Estado responsabilizando al Ministerio de Defensa -cuyo titular era en 2003, Federico Trillo- del accidente en Turquía del avión ucraniano Jak 42 que traía desde Afganistán a 62 militares españoles todos los cuales fallecieron y cuyos cuerpos fueron rescatados en deplorables condiciones.
La noticia se ha vuelto aún más ‘amarilla’ si tenemos en cuenta que Trillo es letrado del Consejo de Estado y que entre sus proyectos profesionales está el de integrarse a su puesto en esta institución, que evidentemente no ha querido con su dictamen, dar la bienvenida a su letrado mayor y mucho menos si se hacía ilusiones de ir como presidente.
Por supuesto el cese de Trillo no tiene nada que ver con el dictamen del Consejo pero hay que reconocer que ha sido una desgracia para el cesante embajador (político) que su marcha de Londres se viera envuelta en este notición inflado hasta alcanzar la primera plana de los rotativos, sin ningún objetivo penal ya que desde ese punto de vista el caso Jak 42 ya había sido juzgado y sentenciado por el Tribunal Supremo hace muchos años y que no tendrá más consecuencia que dificultar el regreso de Trillo a su quehacer en España.
Ahora, que los cinco años en Londres no se los quita nadie.
Posdata. Solo los diplomáticos de carrera que hemos alcanzado el grado de embajador tenemos derecho a ostentar el título de embajadores de España de por vida y usar, de por vida, el pasaporte diplomático firmado por El Rey. No así los que fueron nombrados por motivaciones políticas y cuya vinculación con la Carrera cesa el mismo día en que cesan sus funciones.
Pie de foto: Embajadores de España en países europeos tras la reunión con el entonces Príncipe Felipe. Ninguno de los Embajadores es político.