Jorge Fuentes. Embajador de España.
Permítanme empezar con una broma: si hace unos cuarenta días, una vez conocidos los resultados de las elecciones andaluzas, los partidos políticos participantes en ellas se hubieran tomado la molestia de leer la columna que publiqué en este diario, que titulé 'Terremoto andaluz' y hubieran aplicado las predicciones y fórmulas que en él apuntaba, se hubieran ahorrado muchos retrasos y sobresaltos.
Porque la fórmula alcanzada ayer para un gobierno de la Junta presidido por el PP y compuesto por este partido y Ciudadanos, con la aquiescencia desde la sombra de Vox, era lo previsible desde el primer momento. Pero era también evidente que la política tiene su tempo y su ritmo, que C,s tenia que escenificar sus reparos y sus reservas a aproximarse y beneficiarse del indispensable apoyo de un naciente partido, Vox, que está siendo tildado -creo que injustamente- de radical, xenófobo, machista y ultraderechista.
A su vez, el PP, que tenía la legitima intención de gobernar, debía hablar con unos y otros pero sin perder sus señas de identidad y sin ceder más que lo indispensable.
Por último Vox, a lo largo de estos 40 días, ha exhibido sus credenciales contenidas en los 19 puntos que intentó
vender a sus futuros "socios". Algunas de aquellas ideas -la expulsión de 52.000 inmigrantes ilegales, la rectificación de la ley de violencia de género, la sustitución de la fiesta nacional andaluza- tuvieron que ser abandonadas pero han servido para marcar la filosofía del nuevo partido y las causas por las que sin duda luchará.
Después de cerca de cuatro décadas, el PSOE ha caído y en buena hora pues de haber continuado gobernando en Andalucía la distancia entre el desarrollo de esta hermosa región y el resto de España se habría hecho aun más patente.
Las elecciones andaluzas han sido muy importantes por las dos razones apuntadas: por haber logrado el relevo en el gobierno y por haber supuesto la partida de nacimiento de Vox, un partido de derechas que se ha nutrido de los desencantados de todas las otras formaciones, incluidos el PSOE y Podemos.
No va a ser sencilla la andadura de la nueva Junta andaluza. No olvidemos que otros importantes países europeos tienen su gobierno paralizado -caso de Suecia- o se encuentran en fragilidad gubernamental -Francia, Alemania- entre otras razones por rechazar a partidos como la Agrupación Nacional francesa, la Alternativa para Alemania o los Demócratas Suecos, considerados como parientes de Vox y en algunos sentidos lo son.
La entrada de Vox en Andalucía cobra así una importancia extraordinaria porque aun cuando por el momento ha preferido mantenerse fuera del gobierno, no cabe duda que si en las elecciones municipales y autonómicas siguen ganando terreno -lo cual es muy probable- veremos a Vox al frente de Alcaldías y quizá de Autonomías.
Ello puede escandalizar a muchos de los que se han dejado convencer de que la izquierda es mejor y que ceder algunas de las principales ciudades -Madrid, Barcelona, Zaragoza- a los podemitas es correcto pero que cayeran en manos de Vox seria escarnio. He ahí una vez mas la falacia de la superioridad moral de la izquierda.
En Andalucía se libraba también la batalla por el bautismo de fuego del nuevo PP. Aparentemente el partido ha salido victorioso ya que ha conseguido colocar a Moreno Bonilla al frente de la Junta. Habrá que ver en Mayo y en las Generales, cuando quiera que éstas lleguen, cómo responde el electorado y por qué sector de la derecha se decanta. Hasta hace pocos años, el votante conservador solo tenia una opción. Hoy tiene tres: la clásica (PP), la basculante (Ciudadanos) y la naciente (Vox) ¿Por cual se inclinan ustedes?
Algún día les contaré mis preferencias.