Jorge Fuentes. Embajador de España.
Es la primera vez que al viajar fuera de España no consigo desconectar de lo que dejé atrás. No solo es que llevara aquel maremágnum incorporado en mi equipaje sino que esta vez los medios informativos internacionales no solo hablan del fútbol español sino que han añadido los problemas de gobernabilidad de nuestro país señalando al PSOE de Sánchez como responsable del impasse.
A Sánchez parece no importarle el deterioro que pueda causar a España si gracias a tal daño podía conducir a su precario partido, con 85 escaños, y a su augusto secretario general a ocupar la poltrona 'monclovita'.
Las obsesiones de Sánchez llevan muy mal camino y demuestran que cuando un político tiene como único norte derribar al líder rival, que por añadidura ha ganado las elecciones, tal política rencorosa y vengativa, va a volverse contra sí mismo, derribar su partido de cuyos rescoldos deberá nacer un nuevo liderazgo. El rencor y la revancha no son buenos consejeros ni en la política ni en la vida.
En los últimos días, Sánchez y sus acólitos han intentado barajar todos los resortes del partido y lo están haciendo con nula fortuna. Ya ha destrozado el Comité Ejecutivo la mayoría de cuyos 36 miembros lo han abandonado. Sánchez quería remover también el Comité Federal, el Congreso, los barones, los militantes y los votantes para intentar mantenerse a flote.
Todo inútil. Con el actual mando el PSOE no va a conseguir recuperar el peso y el prestigio que le permitió gobernar durante casi dos tercios de los 38 años de nuestra joven democracia. Si no rectifica el rumbo recuperando la socialdemocracia moderada, más bien pronto que tarde, se verá rebasado por la izquierda radical de Podemos y sus aliados y ello será fatal para el PSOE y todavía más para España.
La alternativa que planteaba Sánchez ya no resultaba viable. Por supuesto, no la de formar una coalición PSOE-Podemos-Ciudadanos que Rivera ha denunciado desde su inicio. Pero tampoco la suma de una infinidad de partidos que llevarían a una formación 'Sanchestein'. No olvidemos que ese grupo tiene numerosas facciones separatistas (ERC, DpC, PNV, Bildu, Compromís, Mareas) aparte del propio Podemos que sin ser independentista, sí es partidario de aceptar referéndums allá donde sean solicitados.
Aritméticamente quizá ese conglomerado hubiera alcanzado los 176 votos necesarios para formar gobierno. Hubiera sido sin embargo un gobierno catastrófico que estaría abocado a derribar nuestra monarquía parlamentaria, a romper la unidad del país, a minar la próspera colaboración con la Unión Europea y debilitar la estabilidad social. Como dijo Rajoy, aritméticamente sí daría las cifras, pero razonablemente no sería viable.
El Jefe del Estado se hubiera visto ante un dilema gravísimo. Tras ver fracasar dos investiduras de gobierno, hubiera tenido que enfrentarse a la decisión de ofrecer una tercera posibilidad a ese gobierno ‘Sanchestein’ o ir a terceras elecciones. Creo que ante la duda hubiera escogido esta segunda opción pero al hacerlo habría sido acusado de 'borbonear' o de violar la Constitución.
Había escrito cuanto antecede y me encontraba pensando como resolverían nuestras Instituciones el gran problema en que se encontraba España cuando me llegó la noticia, la noche del sábado, de que Sánchez había dimitido (sospecho que más bien lo habían dimitido). ¡De buena nos hemos librado! Es de esperar que los nuevos responsables socialistas se abran a un arreglo con el PP y que en breve tengamos gobierno. Y que dure.