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miércoles, 4 de diciembre de 2024 | Última actualización: 21:20

Dos mujeres

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En los últimos tiempos el papel de la mujer en la vida social y política está creciendo exponencialmente cosa que debe llenarnos de satisfacción ya que ello no hace sino equilibrar una situación en que la mujer, con una capacidad intelectual al menos igual -si no superior- a la del hombre, ha venido relegada sin justificación alguna a un segundo plano.

Hemos sido testigos de manifestaciones masivas de mujeres en distintos países del mundo, protestando contra una legislación injusta en el campo de la natalidad ignorando aspectos en que ellas eran las principales protagonistas, las mayores responsables y, con frecuencia, las grandes olvidadas.

También estamos viendo masivas movilizaciones principalmente en el mundo occidental contra la discriminación salarial a que se les sometía con respecto al hombre quien, por añadidura, en muchos gremios particularmente en el del espectáculo, se permitía el lujo de aprovechar su situación de superioridad para obtener beneficios sexuales de las féminas.

El movimiento ‘Me too’ viene recubierto de una pátina belicista  que debe ser rectificada desde los dos flancos ya que de lo contrario llevará a una guerra entre los dos sexos que no tiene ni sentido ni solución satisfactoria.

Pero aparte de esas acciones colectivas, ha habido en estos días dos protagonistas individuales arrolladoras: Marta Sánchez y Ana Gabriel.

La primera fue durante años una de las estrellas más punteras en el mundillo de la canción ligera. Residente -y bastante olvidada- en Miami, reaparece de pronto en el teatro de la Zarzuela con un espectáculo -me disgusta la expresión ‘concierto’ para calificar estos bolos- en que incluye una versión del himno nacional, con letra.

La idea es buena y oportuna en un momento en que el país está huérfano de sentimientos patrióticos y debemos aplaudir la iniciativa de la señorita Sánchez siempre que no tenga ni remotamente el propósito de colocarnos esa letra no muy inspirada como recambio del himno musical que ha llegado hasta nuestros días, mudo.

A petición del mundo futbolístico hubo un concurso público para llenar de palabras el mmmm de nuestra selección nacional que empezaba los partidos internacionales con menos moral que los equipos rivales que habían podido henchir sus pulmones con melodías patrióticas. Ni aquel concurso ni el esfuerzo de algunos poetas (como Jose Maria Pemán) consiguieron llenar el vacío del himno.

Gracias por el intento de Marta Sánchez pero no creo que nos haya dado la solución. Le deseamos mucho éxito en su reentre y seguro que lo tendrá. Y gracias también por su generosidad al asegurar que no piensa obtener el menor beneficio económico cantando un himno que es patrimonio nacional. Lo que pasa es que no podremos saber si los bolos que le ofrezcan, y no dudo serán muchos, lo serán para escuchar sus otras canciones o principalmente el himno nacional con letra.

En cuanto a Ana Gabriel, muchos celebramos que se haya marchado de España lo que contribuirá a despejar el medio ambiente de nuestro país.

Lo que ocurre es que estos tránsfugas de la justicia, que enredan la vida pública violando cuantas leyes se les ponen por en medio y luego no son capaces de enfrentar las consecuencias de sus actos, no pueden ser más que objeto de desprecio por parte de los españoles de siempre.

Ya tenemos dos países europeos con indeseables y desacreditantes representantes del nuestro. Lo de Bruselas es más vergonzoso por ser la capital de la Unión. A Suiza esto no le va ni le viene. Igual le dan trabajo a la Gabriel. Le recomendaría que se dejara el viejo flequillo cortado a hacha y se colocara el uniforme de un par de camisetas y unos tejanos concienzudamente desgastados. Creo que tendría más tirón entre los jóvenes estudiantes, aunque sean suizos, para quienes el nuevo look aburguesado de AG no les transmite ningún morbo.

Por cierto y muy en serio, habría que preguntar al señor Montoro quién paga los fastos belgas y suizos.