Jorge Fuentes. Embajador de España.
A escala internacional, Andalucía es la Comunidad más reconocible de España. Su folklore es el que mejor se ha vendido en el mundo: sus fiestas, sus danzas, sus vestidos, sus toreros, son considerados allende nuestras fronteras como iconos de toda España. No en balde en el mundo árabe a nuestro país se le reconoce como Al Ándalus y a los españoles, como andaluces. Bien es cierto que en gran parte de América se nos llama gallegos. Es curioso que en ninguna parte se nos identifique como castellanos o catalanes.
Pese a la belleza de la región, mucho me temo que tal identificación con el conjunto de España no nos prestigia ya que Andalucía es, junto con Extremadura, la Comunidad más pobre de España, una de las más depauperadas de Europa y la que cuenta con los peores niveles de educación y sanidad de la Unión Europea.
Algo tendrá que ver con todo ello el que durante los últimos 36 años haya gobernado en aquella Autonomía el PSOE que protagonizó los mayores escándalos de corrupción del país, algunos de los cuales están siendo juzgados en estos meses, la sentencia debe llegar en breve y ello ha forzado el adelanto electoral celebrado el domingo 2 de Diciembre con el resultado bien conocido: PSOE 33 escaños (-14), PP 26(-7), Cs 21 (+12), UP 17(-3) VOX 12(+12).
Tal resultado ha sido calificado de mil maneras estrambóticas, de entre las que quizá la más expresiva sea la de Tsunami, cuyas consecuencias son igualmente bien sabidas aunque con un desenlace aun en el aire.
Por primera vez en casi cuatro décadas al PSOE se le priva de cualquier posibilidad racional de gobernar: su alianza con AA no alcanza los 55 escaños necesarios. Tampoco lo hace repetir un pacto con Cs que, con la vista puesta en la Moncloa jamás daría ese paso fatídico que le aproximase a una alianza de izquierdas.
Ante la perspectiva de perder San Telmo, Susana Díaz intenta aferrarse a un ‘pacto constitucional’ formado por su propio partido, por el PP Y Cs. Hace falta estar muy desesperada y tener pocas luces para pensar que esa fórmula podría funcionar cuando el propio Pedro Sánchez está queriendo desembarazarse de su antigua rival y baraja nombres que pudieran sucederla al frente del partido socialista en Andalucía.
El PP se enfrentaba a una seria papeleta el día 2. Si caía aparatosamente en sus resultados viéndose rebasado por Cs perdería no solo la posibilidad de gobernar en Andalucía sino que quedaría en entredicho el liderazgo de Casado con miras a todas las elecciones a celebrar el año próximo, incluidas las generales.
Consciente de ello, Casado hizo lo que debía hacer: zambullirse en la campaña como si él mismo fuera el candidato. Corrió un gran riesgo. Si perdía por una gran diferencia respecto a Rivera, su asentamiento al frente del PP podría haber quedado dañado. No ha sido así y Casado, por primera vez desde que venció las primarias, se afianza como líder del PP.
Cs ha subido espectacularmente. Ha ganado doce escaños, igual que VOX. Esta victoria, sumada a la de Cataluña (es significativo que en ambas la figura más visible de su grupo haya sido Inés Arrimadas) le sitúan en buena ruta hacia la Presidencia del Gobierno. Siempre que en los próximos días sepa lidiar con eficacia y flexibilidad el pacto de derechas con el PP y VOX.
La clave está en aceptar asociarse con VOX, tildado de ultraderechista, SIN hacerlo para obtener la Presidencia. Quizá la solución sea ir a un reparto proporcional de las carteras con el PP aunque cediendo a éste la Presidencia.
AA ha perdido 300.000 votos, no pocos de ellos en favor de VOX y ha reaccionado de la única forma que sabe hacerlo: con algaradas callejeras. Iglesias y su equipo constituyen el gran peligro para Andalucía y para toda España.
Pero la segunda gran noticia surgida el día 2 (la primera es que la derecha SUMA) es el espectacular despegue de VOX. La aparición de este partido no es buena ni mala, es simplemente inevitable. En su arco parlamentario, España había dejado un gran hueco a la derecha en la convicción de que las elecciones se ganan en el centro.
En política hay un gran horror vacui, VOX supo identificar ese vacío y lo cubrió con muchas de las ideas del PP original, olvidadas en su periplo hacia el Centro. Su ideario es al 90% aceptable por los conservadores españoles del PP y de Cs. La única objeción que a este respetable partido es que hace un par de años, Abascal se dejara fotografiar con los líderes de las ultraderechas europeas en Francia, Alemania, Países Bajos, Austria, Reino Unido e incluso con las gentes de Trump.
El magnífico resultado andaluz de VOX permite imaginar que el resultado es extrapolable a toda España, que el partido ha llegado para quedarse y que líderes como Abascal y Ortega sabrán hacer volar bien esa naciente fuerza.