Jorge Fuentes. Embajador de España.
No solo soy europeo sino que me siento europeo hasta la médula. Y lo soy desde mucho antes de que en 1986 España se incorporara a la Unión Europea. Lo soy desde que en plena Dictadura tenía que asomarme a Perpignan para comprar los libros y ver las películas que la censura vetaba en España, desde que hice mi primera gira por el continente y descubrí no solo la belleza de sus paisajes y sus ciudades -también en España los hay- sino lo atractivo de sus libertades y su progreso.
No hay continente como el nuestro que en su limitada extensión posea una grandísima variedad de escenarios y en que la mano del hombre haya sido capaz de crear publis, monumentos y ciudades de una belleza apabullante.
De Europa me gusta casi todo, incluso lo que aún es perfectible, como la Unión Europea, Euronews o la Copa Europea de fútbol, pese a mi escaso entusiasmo por este deporte. Solo una excepción: Eurovisión que ayer nos ofreció un nuevo festival tan deplorable como todos los anteriores. No me cansaré de repetir que España debería excluirse de ese foro en el que invariablemente hace el ridículo pese a asegurarse la participación en el grupo de los ‘Big Five’ (RFA, Francia, Reino Unido, Italia y España) previo pago de la cuota anual de 250.000€. El lema es claro: ingresar en Euronews, de donde nos excluimos sin razón justificada, y excluirnos de Eurovisión.
Pero vayamos a lo que importa: el domingo 26 tendrá lugar la jornada de elecciones europeas, simultáneamente en España con las Autonómicas y Municipales lo que puede incrementar el índice de participación por encima del 60%, cuando la media europea es del 42'6% y en algunos países como Eslovaquia y Chequia no alcanzan ni el 20%.
Es bien sabido que la ciudadanía europea no acaba de participar del proyecto integrador al no estar convencidos de la bondad de la maquinaria bruselense. La UE nunca ha sido capaz de explicar con claridad lo que se cuece en aquella impresionante burocracia. Y los países europeos, que hasta ahora se han esforzado por ingresar en la Unión habiendo todavía una considerable lista de espera (veremos lo que ocurre tras el Brexit), se ven aquejados de una especie de sopor una vez instalados en Bruselas que les lleva a ignorar que un buen 80% de las decisiones fundamentales para la vida y el desarrollo de cada país no se toma en sus capitales sino en la belga.
De esta forma, los 28 miembros se resisten a construir más Europa, a tener en Bruselas unos mandos que se impongan a los diversos gobiernos y de ahí que las elecciones europeas carezcan del poder de atracción que poseen los comicios que deciden la formación de gobiernos nacionales o locales.
Y lo que es aún peor, los partidos que tienen como objetivo criticar y socavar los cimientos de la Unión, están creciendo por todas partes y amenazan con obtener más de un tercio del Parlamento Europeo lo que tendría consecuencias muy graves al bloquear la toma de decisiones fundamentales como el nombramiento del Presidente de la Comisión o de los Comisarios.
En Francia el Agrupamiento Nacional de Marine le Pen es ya el primer partido del país. En Italia, Alemania, Países Bajos, Suecia, Austria, Polonia, Hungría están en el gobierno o tienen gran fuerza en la oposición. Está por ver dónde se emplazará Vox. De momento no ha participado, como tampoco lo ha hecho Polonia, en el encuentro que La Liga de Salvini ha organizado en Milán entre los diez líderes ultraconservadores europeos.
Más disruptivos que ellos son los partidos de la ultraizquierda cuyas críticas al sistema europeo son aún más destructivas que las de la ultraderecha pese a que hasta ahora hayan crecido menos y se hable de ellos infinitamente menos y con menor virulencia, como suele ocurrir.
El pasado día 16, TVE transmitió el debate que mantuvieron en Bruselas los seis líderes de los partidos principales del Parlamento Europeo que compiten por la presidencia de la Comisión. Dudo que el nivel de audiencia en España y en el resto de Europa fuera elevado y que los que siguieron la transmisión se sintieran fascinados por los argumentos de aquellos candidatos. No se desalienten, es muy importante elegir el partido adecuado.
El domingo, aunque sea de paso, cuando vayan a votar a su alcalde favorito, escojan con cuidado la papeleta azul adecuada. No vayan a meter en el sobre la que contiene una lista que quiera destruir lo que tanto ha contribuido al progreso de nuestro país y de todos los países europeos. Si de pronto desaparecieran todas las obras producidas en nuestro país gracias a los fondos estructurales y el fondo de cohesión, muchos de nuestras autopistas, ferrocarriles, aeropuertos, hospitales y escuelas, se volatilizarían.
No dejen de votar.