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lunes, 25 de noviembre de 2024 | Última actualización: 23:18

La era Trump

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Con la toma de posesión a la presidencia de los Estados Unidos celebrada el viernes 20 de Enero, comienza una nueva era en el país norteamericano y en el mundo entero.

La ceremonia celebrada en el Capitolio, con la gran perspectiva del Mall y con el monolito a George Washington fue, como siempre, emocionante y envidiable por reflejar el orgullo y respeto de un pueblo por sus símbolos, sus líderes, la bandera, el himno, la religión, las instituciones del país.

Cabe pensar que la ceremonia de este año, aunque con menor asistencia que en otras ocasiones, tenía una emoción añadida y era el sentimiento de que con la llegada de Donald Trump, para bien o para mal, se daba comienzo no solo a un nuevo gobierno y una nueva administración, sino a una nueva era.

Por primera vez en, al menos, un siglo accedía al poder un líder independiente, no un demócrata o un republicano sino alguien que rompía los moldes del bipartidismo y barría a sus contendientes republicanos y más tarde a la demócrata con un discurso que no era apoyado por ninguno de los dos grandes partidos.

El cansancio de los electores por los discursos tópicos y las nuevas ofertas han llevado a Trump a la Casa Blanca pese a venir pobremente pertrechado para tan descomunal tarea: su total inexperiencia política y administrativa, su discurso políticamente incorrecto, su vida familiar poco convencional (tres esposas y vida sentimental desordenada) lleva a pensar cuánto ha cambiado todo, en América y en el mundo.

El discurso de Trump, construido a lo largo de casi un año de campaña y encapsulado en la breve presentación del día 20, nos hace notar las falacias allí escondidas y difícilmente realizables en los próximos años.

1-El muro en la frontera con Méjico. En Europa no podemos sorprendernos con este propósito pues hemos construido una docena de vallas y muros desde Ceuta a Calais, pasando por distintos puntos de los Balcanes y Centroeuropa.

La oleada de inmigrantes ilegales en los EEUU llevó a Clinton a empezar a construir 50 kilómetros de muro y a Obama a expulsar a tres millones de inmigrantes delincuentes. Pero construir 3.180 kilómetros de muro no va a ser tarea fácil y mucho menos vigilarlo para evitar sea vulnerado.

2-La desaparición de la OTAN. Representaría un viraje rotundo en la política exterior norteamericana que tiene en la OTAN uno de los pilares fundamentales de su calidad de superpotencia y es fundamental no solo para la defensa de Europa sino también de los propios EEUU.

La crítica anti-otánica de Trump tiene un aspecto razonable y es que sean los propios norteamericanos con un enorme coste militar quienes carguen con la mayor parte del gasto de defensa que beneficia por igual a Europa.

No parece lógico que Trump piense en desmontar la Alianza Atlántica y que nombre a la vez como Ministro de Defensa al General Mattis ("Perro Loco") que considera a la OTAN como la mejor alianza construida en la Historia.

Sin duda a los socios europeos nos tocara aumentar nuestras contribuciones y subir nuestros hoy magros presupuestos militares.

3-El acercamiento a Rusia. Las relaciones entre los EEUU y Rusia (antes URSS) han sido desde el fin de la segunda guerra mundial motivo de preocupación para Europa. Sobre ese tema construyó Kissinger su teoría de la ‘esquizofrenia europea’. Nuestro continente se ponía de los nervios  tanto cuando las dos potencias se llevaban mal (pues temíamos que podrían dirimir sus diferencias en nuestro territorio) como cuando se llevaban bien (pues podían estar confabulando a nuestras espaldas).

Del buen entendimiento entre Washington y Moscú habría mucho que ganar  tanto en la lucha contra el terrorismo como en la paz en Europa Central y Oriental.

4-El aislacionismo y el ‘América, primero’. No sería la primera vez que un presidente enarbola un lema de este tipo. Monroe (1817-1824) lo hizo con su ‘América para los americanos’. Supondría ello una contracción del Imperio que a medio plazo debilitaría principalmente a los EEUU que se ha beneficiado muy mucho de su presencia global.

5-La guerra arancelaria con China, Méjico y Europa. Subir un 35% los aranceles con esas regiones, recuperar las fábricas de sus productos (los automóviles Ford y Chrysler aparte de muchos otros) supondría una enorme revolución que acabaría con la globalización destruyendo a la vez sus vicios y virtudes. Igualmente grave sería el enfrentamiento político con China al recuperar el diálogo con Taiwán y cuestionar la soberanía de islas chinas en el Pacifico.

6-El enfriamiento de relaciones con la Unión Europea. Aunque los EEUU siempre han aplaudido el nacimiento y crecimiento de la UE en el fondo no les agrada que los 28 países unidos hubiéramos conseguido un PIB superior al norteamericano. Trump se propone reforzar  las relaciones con su ‘madre patria’ británica  tras el Brexit y está estimulando el ‘Frexit’ y otros movimientos que podrían dañar gravemente a la UE.

7-El cambio climático. Aunque a corto plazo las consecuencias de una modificación de esta política no revestirían graves consecuencias, a medio y largo plazo seria ‘cataclísmico’. Sin duda el propio Trump o sus sucesores tendrán que corregir esta política.

El populismo mostrado por Trump en su frase "Transferir el poder del ‘establishment’ de Washington al pueblo" es la mayor de las falacias del nuevo presidente, acostumbrado en su vida a enriquecerse a tope  y que se ha rodeado en su gabinete de multimillonarios que entre ellos suman una fortuna superior a 15.000 millones de dólares.

Se acercan tiempos preocupantes. La manifestación de mujeres efectuada al día siguiente de la toma de posesión  reunió a más personas que el mismo día 20. Los próximos meses nos dirán si se produce una modulación en los propósitos de Trump y si sus proyectos enriquecen al pueblo americano sin provocar el caos en los mercados mundiales, lo que lo mantendría en el poder durante cuatro u ocho años, o si por el contrario llega el tan anunciado ‘impeachment’ que desplaza al nuevo presidente.

De una tercera vía -el rechazo a Trump por el cuerpo social americano, como ocurrió con Lincoln, Garfield, MacKinley y Kennedy- no debemos ni pensarla ni desearla.