Jorge Fuentes. Embajador de España.
Muy a conciencia he dejado pasar unas semanas desde que el 25 de mayo fuera asesinado de forma vil el ciudadano afroamericano George Floyd, un delincuente habitual elevado a los altares por obra y gracia de un policía descontrolado y de un país social y étnicamente mal integrado.
No era bastante que los Estados Unidos se encontraran -y se encuentran- en uno de los peores momentos de la pandemia, que concentra una cuarta parte de todos los contaminados y fallecidos del mundo. Tuvo que dispararse una vez más, un violento movimiento anti racista que derivó en centenares de heridos, una decena de muertos, saqueos, pillaje, destrucción e inestabilidad.
La cosa no acabó ahí. Sin solución de continuidad, el fenómeno Floyd se expandió por el mundo entero replanteando a escala global la historia de los últimos cinco siglos incluyendo el Descubrimiento/Conquista de América, términos muy mal vistos hoy y sustituidos por Encuentro de Civilizaciones. El movimiento apunta a la línea de flotación del republicanismo de Trump y es utilizado para la campaña Demócrata, pero afecta a los EEUU en su conjunto y pone en cuestión la mayor gesta de la Historia de España.
Cristobal Colón pudo haber nacido en Italia, pero Colón no hubiera existido, no hubiera sido nadie sin la Corona española, sin el apoyo de los Reyes Católicos y sin la existencia de personalidades de la talla de Elcano, Pizarro, Hernán Cortes, el Padre Vitoria, Fray Junípero Serra entre otros muchos españoles de la época.
La destrucción de numerosas estatuas de estos personajes, apunta a la línea de flotación de España que sin duda cuenta con la gesta americana como una de las claves de su historia. Difícil lo tiene nuestro gobierno. Se ha criticado a nuestro Embajador en Washington, Santiago Cabanas, uno de los mejores diplomáticos de nuestra carrera, acusándole de haberse puesto de perfil ante los acontecimientos. No dudo que Cabanas está haciendo cuanto le ordenó el gobierno y cuanto puede -que no es mucho- en el complejo escenario de la política estadounidense: llevar a la conciencia del equipo de Trump la necesidad de poner freno a los desmanes, proteger el legado español que es a la vez, el legado norteamericano, evitar nuevas agresiones y reconstruir las estatuas derribadas tan pronto ello resulte posible.
Si no una Misión Imposible, no cabe duda de que estamos ante una Misión Difícil.