Jorge Fuentes. Embajador de España.
En los momentos críticos, lo más prudente para un comentarista, sería esperar unas semanas y a la luz de lo que suceda, analizar a posteriori el estado de paz o de conflicto. Voy a arriesgarme, sin embargo, y analizar con ustedes, el estado de cosas y lo que es probable ocurra en los próximos días.
Sabemos que Rusia sigue haciendo maniobras cada vez más violentas, con fuego real, con más de 120.000 soldados y operando no sólo en la frontera oriental de Ucrania, sino también en la septentrional, es decir, desde Bielorrusia lo que significa poder alcanzar Kiev en cuestión de horas.
Sabemos que Ucrania está movilizando a militares y civiles y entrenándolos para una defensa numantina, que están haciendo maniobras en zonas fronterizas y en el Mar Negro. Sabemos que la diferencia entre ambos bandos es desproporcionada.
También somos conscientes de que los países occidentales hemos decidido evacuar a nuestros nacionales que en conjunto pueden alcanzar una cifra superior a las 70.000 personas, evacuación que está siendo organizada ya, desde las respectivas Embajadas que a su vez, como en el barco que naufraga, serían las últimas en marchar.
Hemos oído que según la CIA, la agresión rusa podría tener lugar durante la celebración de los Juegos Olímpicos chinos (?), es decir, antes del día 20 próximo.
Hemos visto como tanto los EEUU como los países europeos de la OTAN hemos enviado fuerzas por tierra, mar y aire para reforzar a los aliados de la región.
También estamos siendo testigos de innumerables encuentros diplomáticos en Kiev, Moscú, Washington, Bruselas y Pekín, en que se barajan peticiones -la libre opción de Ucrania sobre sus futuras alianzas, la desescalada militar rusa, la retirada occidental hacia el oeste- difícilmente asumibles.
Y ahí acaban nuestros conocimientos o cábalas y comienzan nuestras reflexiones. ¿Qué puede ocurrir ahora y que es previsible hagan los bandos?
Ucrania tiene la posición más difícil pues está siendo testigo de que Rusia, lejos de ceder, está aproximando sus maniobras y Occidente, como mucho, está ofreciendo a Kiev armas -que no soldados- para que se defienda.
Los anuncios de evacuación no tranquilizan al país pues anticipan una invasión y aumentan toda posibilidad de inversión exterior amén de privar al país de una población exterior dinámica y de alto consumo.
Occidente es consciente de que si se desencadena un conflicto, lo más que podrá hacer es evitar que se contagie más allá de las fronteras ucranianas y aplicará severas sanciones económicas que castigarán tanto a los sancionados como a los sancionadores. Pensemos por ejemplo en el cierre del gasoducto del que se nutre la mayor parte del continente.
Habría que ver hasta qué punto y con qué diferencia de coste, América y Japón, aparte de Argelia, podrían relevar las provisiones actuales del Nord Stream Y también si el mercado chino podría absorber la oferta rusa actualmente orientada hacia Europa.
Y pensemos que, aparte del gas hay mil otros productos que se verían afectados por el cierre del mercado ruso. Recordemos la gran crisis que produjo hace años el boicot por Rusia y Centroeuropa de un producto tan aparentemente frugal como los pepinos españoles.
Ceder el destino de Ucrania a las pretensiones rusas ejemplificaría a todas luces la fortaleza de Moscú y la debilidad de la UE, la OTAN y los Estados Unidos.
Rusia da la impresión de sentirse a gusto con la crisis. Tiene a su ejército activo, al mundo entero pendiente de Putin y no pocos defendiendo incluso sus tesis de subrayar el paralelismo Kiev-Bahía Cochinos y la necesidad de respetar la zona de influencia rusa como en los tiempos de la Guerra Fría. Todo ello da la impresión de que Moscú podría resistir esta tensión y otra aún mayor durante bastante tiempo.
Todos niegan tener intenciones agresivas y todos acusan a los restantes bandos de ser ellos los agresores. China, desde la distancia, ve cómo la crisis no hace sino debilitar a sus rivales.
¿Habrá guerra? Una invasión a gran escala que afecte a Kiev y a la zona occidental del río Dnieper parece inconcebible. Pero una penetración de nuevo en la zona rusófila de Đonbas que ya se encuentra en estado de guerra desde 2014 y aún antes, es probable. Y algún tipo de reforzamiento para Rusia del acceso terrestre hasta Crimea, también.
Ello daría una victoria pírrica a Moscú ya que crearía un enemigo constante en su vecindad que buscará más que nunca escapar como pueda del yugo ruso ya sea con migraciones masivas -recordemos que desde 2014 Polonia sola acogió a cerca de tres millones de ucranianos- y aguardando la coyuntura post Putin para buscar nuevas alianzas.
En cualquier caso, Europa debe prepararse para una crisis económica severa que vendrá a sumarse a las que ya conocimos en 2008 y desde 2020.