Jorge Fuentes. Embajador de España.
La crisis de los estibadores portuarios que España está conociendo en estos días puede parecer un problema sindical de carácter menor pero no lo es. Un par de cifras aclararán instantáneamente la trascendencia de la cuestión.
El 80% de nuestras exportaciones y el 50% de las importaciones se operan por vía marítima y, por consiguiente, dependen del buen funcionamiento de los puertos y de quienes en ellos trabajan. Un solo día de huelga en ese sector supone una pérdida para el país de 50 millones de euros.
¿Qué está ocurriendo con los estibadores en estos días? Simplemente que Bruselas está queriendo enderezar un sector que en casi toda la Europa marítima venía funcionando a su aire, desde siempre.
Conscientes de su fuerza, los estibadores eran capaces de imponer a los sindicatos y a los empresarios, sus propias reglas del juego, configurando un mundo aparte dentro de la vida laboral del país. Ellos marcaban sus salarios moviéndolos siempre en niveles muy favorables para su gremio (entre 60.000 y 80.000 euros por año), proponían los operarios que debían trabajar y quienes veían las puertas cerradas en ese mercado. Las mujeres, desde siempre, se encontraban entre los excluidos de ese mundo quizá en recuerdo de cuando el estibador debía ser un hombre fuerte, provisto de un gancho y capaz de cargar sobre sus espaldas, enormes fardos.
Los hijos y los demás miembros varones de la familia, tenían muchas posibilidades de encontrar un hueco en un sector privilegiado saltándose todas las reglas propias de los mercados libres.
La Unión Europea está intentando poner en orden ese sector tan descontrolado y quienes moran en él, se resisten a que nadie desde la distante Bruselas, vaya a estropearle el arreglo.
Aunque el diálogo es inevitable y poco a poco nuestros estibadores tendrán que acomodarse a las reglas del juego, como ha ocurrido en otros países europeos, por ahora se resisten como gato panza arriba lo que esta costando al estado español el pago diario de una multa de 130.000 euros a Bruselas. Tal arreglo debe alcanzarse en los próximos días sin que debamos asistir a huelgas que conllevarían pérdidas cuantiosas. Por el momento el gobierno ha aplazado la adopción del decreto ley que debía aprobarse en el Consejo de Ministros de hoy día 17. A fin de cuentas casi todos los países miembros de la UE tuvieron que acoplarse a las reglas comunitarias y España no podía ser una excepción.
Muchos lectores recordaran aquella película, obra maestra dirigida por Elia Kazan e interpretada por Marlon Brando que se titulaba ‘On the waterfront’ (En el puerto) y que en España se tradujo con el título de esta columna. ‘La ley del silencio’ que está siendo muy citada en estos días, denunciaba la mafia presente en el puerto de Nueva York y cómo un ex-boxeador medio sonado decide enfrentarse a ella denunciando los chanchullos de los ‘padrinos’.
Lo que pocos recuerdan es que aquel magnífico film era en realidad un alegato en favor de la denuncia pública y Elia Kazan la rodó para justificar su propia delación a muchos colegas del mundo cinematográfico (Charles Chaplin, Jules Dassin, Humphrey Bogart, Dalton Trumbo, Gregory Peck, Kirk Douglas, Frank Sinatra, Burt Lancaster...) por actividades pro comunistas y anti norteamericanas en la época del macarthismo. Ese mundo oscuro fue reflejado por Arthur Miller en su espléndida obra teatral, ‘Las brujas de Salem’.
Confiemos en que nuestros puertos no den para tanto drama.