Jorge Fuentes. Embajador de España.
En Octubre de 1977, los líderes de los diez principales partidos existentes en España en aquel momento, entre los que se encontraban Suárez, González, Carrillo, Calvo Sotelo (UCD), Fraga (AP), Tierno Galván, Roca etc., firmaron dos acuerdos -el económico y el político-judicial- encaminados a reconstruir el panorama democrático en España después de los 40 años de la Dictadura franquista.
Básicamente lo que se logró en 1977 es poner las bases para la transición que tendría lugar en los años siguientes y ello acordando aspectos tan concretos e importantes como corregir la inflación galopante del 26% y ordenar la repatriación de millones de emigrantes que regresaban ilusionados a sumarse a la España democrática.
Los Pactos buscaban también suprimir la censura previa garantizando la libertad de prensa, penalizar el delito de tortura, mejorar las condiciones laborales y dignificar el status de la mujer despenalizando el adulterio y el amancebamiento.
Aquellos Pactos fueron el umbral indispensable para la creación de nuestra vigente Constitución que se aprobaría un año después, en 1978, propiciaron la transición de la Dictadura a la Democracia, siendo su éxito de tal envergadura que en pocos años consiguieron también el deseado acceso de España a la OTAN (1982) y a la CEE (1986). Por todo ello los Pactos de la Moncloa pasaron a nuestra Historia como una operación política de gran prestigio, que reflejaban el extraordinario y generoso talante de las figuras políticas de aquel momento, entre los que, aparte de los citados, habría que incluir al profesor Fuentes Quintana, cerebro económico del momento. Y por supuesto al Rey Juan Carlos I.
No es de extrañar que en estos días en que el gobierno de Sánchez-Iglesias está enfrentando la crisis más grave conocida en España desde la Guerra Civil, quiera apuntarse al prestigio de aquellos Pactos, teóricamente para sumar ideas de los diversos partidos orientadas a superar la gravísima crisis sanitaria y económica.
En realidad lo que el Gobierno pretende con toda probabilidad, es repartir responsabilidades que sin duda el pueblo español reclamará tan pronto esté en condiciones de hacerlo, por cada muerto evitable, por el desastre económico que se avecina, por el confinamiento.
La España de hoy tiene poco que ver con la de hace casi medio siglo. Hoy nos enfrentamos a una crisis sanitaria con descomunales consecuencias humanas y económicas, crisis en la que España hubiera debido ser una víctima más con un número de contagiados y fallecidos en el peor de los casos como Francia o los Países Nórdicos y en el mejor como Portugal, Alemania o Polonia.
El exceso de confianza, el deseo de no alarmar y las secretas intenciones ideológicas de nuestro Gobierno, del mismo modo que el de Zapatero se empeñó en negar la crisis económica de 2007, lo convierte en claro y único responsable de la nefasta gestión de la crisis.
A día de hoy es difícil predecir si los nuevos pactos, ahora calificados de ‘reconstrucción del país’, tendrán lugar y qué se decidirá en ellos. Ya es seguro que algunos partidos como Vox y Cup no se sumarán al encuentro. También es seguro que Ciudadanos, PNV, Mas Pais, ERC entre otros sí que participarán pero imponiendo unas condiciones inasumibles. El lunes 20 conoceremos la postura del PP tras el encuentro Casado-Sánchez.
Cualquier esfuerzo por superar la gravísima crisis en que se encuentra España es loable. Que ese esfuerzo tenga como resultado limpiar las responsabilidades del Gobierno, incluidas las de UP, preparando los nuevos presupuestos que den vía libre a Sánchez para tres años más olvidándonos de los veinte, treinta o cuarenta mil muertos mal contados, caídos en circunstancias demoledoras para ellos y sus familiares, puede ser letal para la oposición. En especial los líderes del PP deben pensárselo muy bien porque con ese Pacto estaría dando a Vox el liderazgo de la oposición.
Todo ello sin mencionar el aprobado general de nuestros estudiantes, la implantación de la censura a nuestros periodistas. Y lo que es más grave, los probables seis millones de parados que vamos a acumular en cuestión de meses, parados que Sánchez e Iglesias intentan esconder a golpe de ERTE y de sueldos vitales cuya cuenta sería pasada a una Unión Europea que cada vez mira con mayor recelo los derroches de los socios del Sur y que muy probablemente impondría intervenir nuestra economía.
Vamos a tener que hacer milagros para recuperar aquel prestigio de la Marca España.