Jorge Fuentes. Embajador de España.
Comprendo que muchos españoles sean socialistas de corazón y hayan votado en el pasado a líderes de su partido. Solo así González y Zapatero lograron gobernar durante 14 y 7 años respectivamente.
Cabe comprender también que Sánchez tenga también sus seguidores aunque cada vez que ha concurrido a unas elecciones ha recibido un número decreciente de votos hasta situarse en el ínfimo resultado de 2016 que le llevó a tener que conformarse con 84 escaños en el Congreso.
Resultaba bastante evidente que Sánchez no hubiera alcanzado la Presidencia en unas elecciones generales lo que le llevó a el y a sus asesores a optar por la vía de la moción de censura, una puerta falsa siempre abierta cuando el Gobierno no cuenta con mayoría absoluta y la oposición está dispuesta a recibir el apoyo de muchos partidos de dudosa legitimidad.
Una gran incógnita que se plantea en nuestra democracia es cómo hemos podido llegar a consensuar un sistema electoral que sitúe en el Parlamento a partidos separatistas, ex-terroristas y bolivarianos. Algo debe ser corregido en nuestra vida política.
Es evidente desde el día de la Moción que Sánchez tendría que pagar de una forma u otra a aquellos que le facilitaron la ocupación de la Moncloa. Puesto que el Gobierno tenía que ser "bonito" y no de coalición, lo favores tendrían que ser pagados por otros lados: por la Televisión pública, por cesiones económicas, por cargos bien remunerados, por decisiones políticas inspiradas por la extrema izquierda (verbi gratia; la subida de impuestos)
En ello estamos. Y entre tanto el Gobierno se ha acelerado en tomar medidas de todo género que ya enumeré en otras de mis recientes columnas tales como "Veintitantos días del Gobierno Sánchez", "Más sobre Sánchez", "Si", "Efecto llamada" etc.
Las sorpresas no cesan. En los últimos días han ocurrido dos hechos escandalosos; de ese tipo que retratan a quien los protagoniza y lo desacreditan absolutamente.
El primero fue la utilización del Falcon presidencial para un viaje privado con destino a nuestro querido Benicasim, para disfrutar con la familia y algunos invitados, de sus músicos favoritos, "The killers" (vaya nombre, "Los asesinos". Más adecuado hubiera sido "The suckers", "Los chupopteros"). Coste total, entre pitos y flautas unos 50.000€.
Segundo escándalo. Vale que haya repartido cargos y prebendas entre amigos y seguidores. Eso lo han hecho siempre todos los Gobiernos. Pero que coloque a su propia esposa en un Instituto de Empresa que recibe apoyos públicos, con un buen sueldo aunque nada que ver con el de Jordi Sevilla, es intolerable. Eso no lo hizo ni Arias Navarro, ni Suarez, ni Calvo Sotelo, ni ZP, ni Rajoy, cuyas esposas fueron la discreción personificada. Si lo hicieron González que situó a Carmen Romero en el Congreso y Aznar que convirtió a Ana Botella en alcaldesa de Madrid. Pero en ambos casos todo ocurrió después de años en el Gobierno y en el caso de la señora Aznar, tratándose de una militante del PP desde muchos años antes que su propio marido.
Sánchez colocó a su mujer antes de cumplir los cien días de mandato. Claro es que él no podía esperar. Es posible que solo le quede un año de Presidencia y hay que acelerar el disfrute del cargo.
Lo más sorprendente y desagradable es que todos esos hechos escandalosos puedan hacerse en nuestro país, ante nuestros ojos y que aquí nadie proteste y no pase nada. Aunque al mismo tiempo en España se estén colocando todos los emigrantes que ningún otro país en Europa desea y que a medio plazo va a provocar la gran decadencia de nuestra patria.
Estén atentos porque los escándalos no van a cesar en los próximos días y meses.