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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Los tres mayores problemas del siglo XXI

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Una de las mejores publicaciones españolas es la Revista de Estudios Estratégicos, del Ministerio de Defensa. Aborda con gran seriedad materias de seguridad nacional e internacional que permiten al lector estar al corriente de los grandes retos de nuestro tiempo.

Hace varios meses apareció en ella un largo ensayo de un autor cuyo nombre les proporcionare tan pronto regrese a España. El trabajo me pareció muy clarividente no ya porque tratara sobre tres temas que muchos habíamos planteado separadamente, sino precisamente por englobarlos conjuntamente y considerarlos como los de mayor gravedad de los muchos problemas que acosan a nuestro pequeño mundo.

Si ustedes tuvieran que señalar algunos de los problemas cruciales contemporáneos, quizá indicaran las grandes migraciones, o la pobreza mundial, o la inestabilidad de nuestra Unión Europea, o acaso el renacimiento de la agresividad de Rusia, o el terrorismo islámico.

El trabajo del IEEE apunta a tres problemas que siendo diferentes a los anteriores de alguna forma los engloba. El primero de ellos es e Cambio Climático. Llega el autor a la conclusión de que, de no tomar serias medidas para combatir la emisión de CO2, a todos los niveles (fábricas, calefacción domestica, automóviles etc), la temperatura del planeta subirá varios grados, los hielos polares se fundirán, el nivel de las aguas subirá varios metros con lo que cambiará la faz de la geografía terrestre.

Imaginemos lo que será ver tragados por las aguas, centenares de miles de kilómetros en todas las costas del mundo, con lo que desaparecerán las actuales playas y todas las edificaciones que han nacido en sus orillas.

El segundo gran problema radica en el fuerte Descenso de la Natalidad, en especial en la totalidad de los países europeos que se sitúan en una media de 1,5 hijos por matrimonio (España, 1,3).

Consideran los demógrafos que no hay civilización y cultura que pueda sobrevivir mas allá de medio siglo, con una natalidad inferior a 2,1 hijos por pareja y que ese desvanecimiento cultural se acelerará conforme se reduzcan los índices de natalidad. Los penosos baremos europeos se ven contrastados con los muy elevados de las familias inmigrantes, particularmente las musulmanas que rondan la cota de 8 hijos de media, gracias a cuyas subvenciones vive desahogadamente toda la familia.

El tercer y sorpresivo gran factor revolucionario del próximo futuro lo constituye el asombroso proceso de crecimiento de China. De ser un país super poblado pero pobre, China ha saltado a ser la primera potencia económica mundial superando a los EEU y a la UE, aunque para lograrlo haya tenido que movilizar a sus 1300 millones de habitantes frente a los 300 millones de norteamericanos y 450 millones de europeos, lo que indica que la renta per capita china es alrededor de cuatro veces inferior a la occidental.

La capacidad de ahorro de China le permite, no solo adquirir grandes iconos de nuestra sociedad (tales como el hotel neoyorkino Waldorf Astoria, el Edificio España de Madrid o la firma de automóviles sueca Volvo, por citar solo tres casos), sino hacer inversiones globales que pronto pueden adueñarse del continente africano y de cualquier otro rincón del planeta imaginable.

Sin duda la expansión económica china llevará consigo su crecimiento político y un efecto mimético de imitación del modelo chino con las consecuencias que ello puede conllevar de déficit democrático, falta de respeto a los derechos humanos, etc.

Estoy seguro que el planeta será capaz de asumir los cambios necesarios en el terreno industrial para evitar el calentamiento global. Igualmente creo que Occidente sabrá hacer frente al reto chino manteniendo la supremacía de nuestra civilización a escala global.

Lo que veo más difícil es cambiar los usos y costumbres familiares en que tener un hijo se ha convertido en muchos casos, en un capricho familiar como tener una mascota y en que el sentido social, religioso y político de la familia apenas cuenta. Habra que ver si un gran apoyo desde el Estado a las familias es capaz de cambiar el rumbo de la natalidad en nuestro continente. Será necesario, de lo contrario ya sabemos el panorama que nos aguarda.