Jorge Fuentes. Embajador de España.
El pasado sábado 25 de Marzo, los Jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea, se reunieron en Roma para celebrar el 60 aniversario de la firma de los Tratados de la CEE, la CECA y el Euratom, reunidos y transformados en Unión Europea, en Maastricht, en 1993.
El actual aniversario no era momento como para echar cohetes. El socio número 28, el Reino Unido, se encontraba en pleno desenganche del club a la vez que desde el Oeste (Trump) y desde el Este (Putin), surgían nuevos motivos de inquietud al mismo tiempo que proliferaban crisis económicas, políticas, militares y de seguridad.
Por añadidura, desde los recientes encuentros en Versalles y Bruselas, la alerta de un futuro de la Unión a varias velocidades pendía sobre los ánimos de una buena serie de países con serias dificultades de progreso. Dos de ellos -Polonia y Grecia- habían amenazado con no firmar el documento que se debía adoptar en Roma si éste incluía la idea de un avance de la UE a varias velocidades.
Tal documento, un breve texto de tres folios, reflejó las sutilezas y contradicciones típicas de las componendas diplomáticas al decir a la vez que los 27 miembros de la Unión avanzarían unidos (concesión a los estados menos potentes con riesgo a quedar descolgados), aunque lo harían a diferentes ritmos cuando se estimara necesario (he ahí agazapada la fórmula de las diversas velocidades que evitarían a la Unión el verse atascada por las dificultades de progreso de los países con escasa disposición).
A la vez que los líderes aparecían en fotos 'op' en impresionantes escenarios romanos como la Capilla Sixtina y el Capitolio, en las calles europeas se asistía a fenómenos contradictorios: en Londres, cerca de cien mil manifestantes protestaban contra el Brexit reclamando un nuevo referéndum que permitiera al Reino Unido continuar en la Unión. Por el contrario, en Roma unos pocos miles de personas se expresaban a favor y en contra de la UE.
Para animar a sus compatriotas polacos, el Presidente del Consejo evocó que las verdaderas dos velocidades se daban en la Europa del Pacto de Varsovia y del Comecon en que él mismo, y la señora Merkel, ciudadana de la RDA, pasaron más de la mitad de sus vidas. A su vez, el Presidente de la Comisión, el luxemburgués Juncker, firmó el documento final con la misma pluma con que lo había hecho su compatriota 60 años antes. A Juncker no le cabía ninguna duda de que la misma pluma firmaría el texto que surgiera en el primer centenario dentro de 40 años. ¡Y nosotros que lo veamos!
Lo cierto es que si revisamos lo que había sido Europa en los 60 años anteriores a 1957 comprobaremos que nuestro continente fue un auténtico campo de batalla, con dos terribles guerra mundiales, varias guerras balcánicas y algunas civiles (entre ellas la nuestra) y que desde que nació la UE, Europa no ha dejado de prosperar y solo ha conocido conflictos limitados en la antigua Yugoslavia y en Chipre.
Confiemos en que el Brexit tenga un efecto antídoto que contenga las tentaciones de nuevos referéndums antisistema. El resultado de las recientes elecciones en los Países Bajos, es esperanzador. Esperemos se repitan en Francia, en Abril y en Alemania, en Septiembre.