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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 12:43

Cambios en la Unión

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En las últimas semanas la Unión Europea ha conocido variaciones en sus principales puestos. Los hasta ahora Primeros Ministros de Polonia y Luxemburgo (Donald Tusk y Jean Claude Junker) y la Ministra de Asuntos Exteriores de Italia (Federica Mogherini) han reemplazado al belga Van Rompuy, el portugués Durao Barroso y la británica Catherine Ashton. El alemán Martin Shulz continúa al frente del Parlamento europeo. Retengan aquellos cuatro nuevos nombres pòrque en los próximos años nos van a salir hasta en la sopa.

A pesar de que la UE no se encuentra en su mejor momento, acabamos de ver cómo los países miembros se han batido el cobre  por conseguir una buena representación en Bruselas. Los países que no hemos conseguido ninguno de los cuatro premios gordos tenemos todavía la posibilidad de ganar la pedrea ya sea con la presidencia del Eurogrupo (puesto para el que tiene buenas posibilidades el Ministro de Guindos) o en algunas buenas carteras de la Comisión.

 Siendo realistas habrá que reconocer que los nuevos nombramientos no  van a significar ninguna revolución en la Unión. Europa todavía no se encuentra en el estadio en que los 28 miembros estén dispuestos a ceder más soberanía a favor de las instituciones comunitarias. Ni el Presidente del Consejo va a conseguir opacar a los 28 Jefes de Estado o de Gobierno, ni el Presidente del Parlamento borrará a las 28 Cámaras, ni la Alta Representante para asuntos exteriores suplirá a las diplomacias estatales. Quizá el Presidente de la Comisión sea quien tiene mayores y más específicas atribuciones comunes aunque en último término domine su papel coordinador sobre el rector.

Los nombramientos de los  altos cargos de la UE están marcados por varios factores esenciales: la nacionalidad del candidato, su adscripción política, su sexo. No es lo mismo tener en Bruselas un líder  alemán o francés que un finlandés o un griego. Tampoco es igual tener un conservador que un socialista. En principio lo menos decisorio es si se trata de un hombre o de una mujer siempre que su categoría profesional esté probada.

A partir de Diciembre y durante los próximos años vamos a contar a la cabeza de la Unión con un polaco, un luxemburgués, un alemán y una italiana. De ellos, el más llamativo es el primero, el actual Primer Ministro polaco Donald Tusk. Miembro del PPE, de formación germana, buen amigo de Angela Merkel y también en buenos términos con Putin. Hombre flexible, repetidor al frente del gobierno de su país, conservador moderado en una Polonia donde su principal opositor es un partido situado aun más a la derecha que el suyo. Siempre ha sido moderado a la hora de reclamar fondos a la Unión lo que le ha valido el beneplácito de Bruselas a la hora de su nominación.

Lo más importante en su caso no es tanto su propia personalidad como el hecho de proceder de un país que hasta hace pocos años formaba parte y daba nombre al Pacto de Varsovia y que sin embargo, desde Diciembre presidirá las reuniones de los líderes europeos, todo un símbolo de la nueva Europa  que empieza a extenderse hasta los límites territoriales del continente. Un país, Polonia, por lo demás fronterizo con la problemática Ucrania y muy involucrado en su destino.

Bruselas aun no va a mandar sobre los 28 miembros de la Unión. Ninguno de los cuatro líderes mencionados es un nuevo de Gaulle, Churchill o Adenauer. La UE sigue cumpliendo su papel reunificador del continente y, sin embargo, si no da serios pasos adelante y es capaz de atraer mayor soberanía procedente de los estados miembros, Europa no podrá llegar a ser lo que necesita: un protagonista internacional que pueda seguir el paso de Washington, Pekin, Tokio o las restantes potencias emergentes.