Jorge Fuentes. Embajador de España.
España ha conocido un fin de semana repleto de actividad política que ha dejado, sin embargo, escasas sorpresas y magros resultados.
Cuando apenas hace unos días Ciudadanos reafirmaba el liderazgo de Albert Rivera y no hacía más que transformar su marca socialdemócrata por la liberal-progresista, los otros tres principales partidos parecen haber querido competir en ‘chupar cámara’ durante los mismos días de viernes a domingo.
El congreso del PP tuvo un aire sólido y ordenado. Nadie dudaba que Mariano Rajoy fuera revalidado -¡Por cuarta vez!- como presidente del partido y cabe decir que lo ha logrado con mayor firmeza que en las anteriores ocasiones. Su triunfo era consecuencia lógica de las tres victorias electorales previas que le mantienen al frente del gobierno, con mayoría absoluta o sin ella, desde hace más de cinco años y sigue.
Igualmente cantada estaba la confirmación de la pluriempleada Dolores Cospedal, al frente de la secretaria general del partido aunque tuviera que compartir su tarea con la coordinación de la misma por Martínez Maillo.
Sin novedad con los cargos de vicesecretarios que repiten todos como señal inconfundible de la estabilidad del PP.
El único tema en la agenda que hubiera podido despertar polémica -la maternidad subrogada- fue aparcada hasta mejor ocasión para que la reunión no se empañara con temas polémicos.
El congreso de Podemos venía artificialmente cargado con el duelo en el liderazgo entre Iglesias y Errejon, del que nadie dudaba saldría vencedor el primero en una operación/espectáculo dentro del estilo al que tan acostumbrados nos tiene ese partido.
En el fondo, ni la línea tremendista de uno ni la pretendidamente más suave del otro o la anticapitalista del tercero muestran más que las grietas de Podemos en las diversas formas de intentar el acceso al poder. En el fondo todas las facciones son semejantes ideológicamente y en el congreso no aclararon más que, que como ya sospechábamos, Iglesias es el que manda aunque quizá mande algo menos.
El PSOE no quiso quedarse fuera de la foto y Susana Díaz, aun sin decidirse a presentar su candidatura a la secretaria general de su partido, dio un paso más en esa dirección al recordarnos su fuerza, su ilusión y su gusto por vencer allá donde compita. Aunque por ahora quiera guardar su nada desdeñable cargo en Andalucía y no se suma a Sánchez y López que a fin de cuentas, desde su situación de pseudo-desempleados, no tienen mucho que perder.
En fin, todo sigue igual en esta España nuestra que, cuando se compara con lo que ocurre en muchos otros países de nuestro entorno, está dando muestras de gran estabilidad.

































