Jorge Fuentes. Embajador de España.
Entrevistando al líder de uno de los partidos políticos que compiten en las elecciones parlamentarias que tienen lugar hoy en Islandia, me dijo que las encuestas no daban a su partido expectativas de voto superiores al 5% y que por ello no tenían suficiente acceso a los medios informativos lo que les impedía alcanzar el necesario umbral del 5% para entrar en el Parlamento. Añadió ¨Es un ejemplo perfecto de Catch 22¨. Pronto sabremos si el mencionado partido alcanza o no el dichoso umbral pero hoy no voy a hablarles de Islandia y de sus elecciones sino del ¨Catch 22¨.
En mis largos años de profesión creo que esa es la expresión que con más frecuencia he oído en mis interlocutores. Significa algo así como un círculo vicioso, el huevo y la gallina, la pescadilla que se muerde la cola. Pero desde que Joseph Heller escribió en 1961 la novela con aquel título, en los ambientes cultos anglosajones ya no se habla de un círculo cerrado o de un ¨no win situation¨ sino del Catch 22 y enseguida el interlocutor sabe de qué va.
La novela de Heller se desarrolla durante la Segunda Guerra Mundial en Italia. Un capitán de bombarderos estadounidense es consciente de que la operación en que debe actuar es suicida. La única forma que tiene de eludir entrar en combate perdiendo su vida, es declarándose demente ante el comité médico. Pero si lo hace probaría su cordura porque solo un demente estaría dispuesto a entrar en acción.
El famoso actor cómico Bob Hope en realidad había inventado muchos años antes ese mismo dilema al susurrar a Dorothy Lamour en una elegante terraza a la luz de la luna ¨Noches como esta llevan a mujeres como tú y a hombres como yo a noches como esta¨. Y en tal trampa, se encuentra la política mundial y la española reiteradamente en estos años. Piensen ustedes cuántos Catch 22 hay en la escena española.
¿Debe abdicar el Rey? Si no lo hace es posible que consiga remontar la mala situación en la que se encuentra la Corona y pasársela a su heredero dentro de algunos años en mejores condiciones. Pero también es posible que la situación se degrade hasta tal punto que, en su caída, arrastre a la Monarquía.
Si, por el contrario, la abdicación se produjera ahora, el Príncipe Felipe comenzaría a reinar a sus 45 años con una perspectiva de mandato de no menos de tres difíciles décadas, con dudosas garantías de éxito y con riesgos institucionales que nuestro país no debe afrontar.
Ese Catch 22 podría aplicarse a otros muchos escenarios españoles. Por ejemplo, el actual gobierno popular no está haciendo las cosas muy bien y ello lleva a algunos a intentar encontrar la solución mirando atrás en los recetarios del PSOE que originaron los problemas hoy existentes.
A nivel europeo, la Unión que estamos construyendo tampoco se encuentra en su mejor momento pero, para que marche mejor no hay que dar marcha atrás y volver a una Europa fraccionada, con medio centenar de estados, con sus innumerables monedas, lenguas, políticas, banderas, himnos etc. Por el contrario, será necesario dar un salto adelante y completar la construcción europea que pueda competir con solvencia en el panorama mundial.
Sospecho que si, hasta ahora hemos estado contemplando un escenario que en nuestro entorno evolucionaba desde la derecha hacia la izquierda y vuelta a empezar, ahora estamos asistiendo a un nuevo escenario que, en muchas partes del mundo camina desde lo tradicional hacia lo innovativo, hacia nuevas soluciones, nuevos partidos jóvenes que no se vean atrapados por un Catch 22.