Jorge Fuentes. Embajador de España.
A veces se nos olvida que España se encuentra atravesando una gran turbulencia en la que son tantos los vientos, los rayos y los truenos que podríamos considerar estamos cerrando un ciclo, sufrimos una “malaise fin de siecle”, nos encontramos al final de una era.
Probablemente todo empezó con la gran crisis económica que en nuestro país arrancó del estallido de la burbuja inmobiliaria lo que afectó a algunos sectores fundamentales de nuestra economía tales como la construcción, la industria cerámica y la química lo que duplicó la cifra de paro, sumiendo a cerca de un tercio de nuestra población activa en la desesperanza y la indignación.
En España muchos de estos indignados se manifestaron de forma desarticulada en torno al movimiento 15-M, que poco a poco se fue desvaneciendo al no encontrar una voz que les condujera hacia la arena política. Sin embargo, 6 millones de parados era una masa demasiado potente como para que careciera de consecuencias.
El descrédito de las plataformas políticas, sindicales y sociales existentes, las volvían inadecuadas para canalizar las demandas de esos millones de desfavorecidos. Por supuesto que no les valían las formaciones de derechas, pero tampoco las de izquierdas, sumidas unas y otras, por añadidura, en el descrédito más profundo debido a la corrupción y a la falta de iniciativa. Así nació ‘Podemos’, en unas inocentes elecciones al Parlamento europeo que de la noche a la mañana agrupó a 1,2 millones de descontentos y que intuyo tiene aun un amplio espacio de crecimiento hasta que se remedien los males que le dieron origen.
La debacle de las elecciones europeas al castigar severamente a los dos grandes partidos tradicionales con una pérdida entre ambos de 5 millones de votantes, conllevó el descalabro del PSOE especialmente afectado por no encontrarse en posesión del poder, ese refugio que siempre ayuda a quienes lo ocupan, y por carecer de un liderazgo suficiente, conoció la dimisión del incombustible Rubalcaba y forzó al partido a la urgente búsqueda de un relevo que por fuerza deberá emplazarse en posiciones más radicales de izquierda para intentar evitar la sangría de votos hacia Izquierda Unida y Podemos.
Se clama por todas partes de la necesidad del rejuvenecimiento de la política y la búsqueda de soluciones nuevas a los nuevos problemas que deberán limpiar el panorama social, político y económico. Juan Carlos I considera llegado el momento de abdicar y dejar paso al nuevo Rey que debe estar preparado para hacer frente a semejante panorama nada fácil de lidiar.
Porque en ese complejo escenario de fin de era, hay que añadir otros muchos ingredientes: España arriesga fracturarse. En cuatro meses puede materializarse el anti-constitucional reto de Cataluña que hasta ahora desconocemos cómo piensa frenar el gobierno del país. Si la consulta separatista tiene lugar y el proceso sigue adelante, España, nuestro Estado con más de cinco siglos de Historia, dejaría de existir tal como lo hemos conocido y vivido. Hasta hoy parece que todas las reflexiones apuntan a lamentar cuál sería el triste futuro de una Cataluña independiente y aislada, pero la verdadera reflexión debe apuntar a ver cuál sería el futuro y el destino del resto de España.
La corrupción y las inmoralidades económicas ya no se toleran. Urdangarín probablemente acabará en la cárcel, la infanta Cristina está ya condenada por la opinión pública; Magdalena Álvarez ha tenido que dimitir del BEI desacreditada por los EREs andaluces. Willi Meyer ha renunciado a su escaño europeo por su participación en unos fondos de pensiones domiciliados ventajosamente en Luxemburgo en los que está registrada la inmensa mayoría de nuestros euro-parlamentarios.. La presencia de Luis Bárcenas en la cárcel nos recuerda que no pocos líderes del PP están en entredicho. Del mismo modo, los hieráticos paseíllos de la juez Alaya evoca la podredumbre del sindicalismo español.
Unas veces para bien y otras para mal, el mundo que conocimos se acaba. Los Estados Unidos ya no son el gendarme mundial; Rusia quiere hacer revivir sus glorias pasadas; China se abre paso camino del protagonismo global; la Unión Europea está pasando una mala racha y peor aun que le aguarda con los más de cien euro-parlamentarios anti-sistema y euroescépticos que preparan sus maletas rumbo a Bruselas.
Prepárense señoras y señores, sean ustedes jóvenes o menos jóvenes porque 2014 está siendo un año clave. También lo fue 1914, cien años atrás, al conocer el estallido de la Primera Guerra Mundial, continuada luego por la Segunda. Esta vez la crisis no será, previsiblemente, resuelta con armas y en campos de batalla tradicionales. Se está librando esta vez en nuestros bolsillos, en nuestras casas, en las calles, en los parlamentos, en los pueblos, en las ciudades. Otro día les contaré como podemos hacer frente a esta crisis y prepararnos para entrar en un nuevo ciclo.