Jorge Fuentes. Embajador de España.
La reciente polémica respecto a la discutible ley del aborto aprobada en 2010 por el gobierno de Zapatero y semi-refrendada en los últimos días por el de Rajoy nos lleva a reflexionar sobre muchos y muy delicados temas que envuelven al mundo de la religión, la política y, en especial, de la vida familiar y personal.
Resulta obligado decir que tan respetable es el derecho a la vida del nasciturus como la comprensión hacia la posición de la mujer y de su pareja, que en un buen número de casos actúan con responsabilidad y conscientes de la gravedad de la decisión que van a tomar cuyas consecuencias morales y materiales les acompañarán de por vida.
En los últimos años, desde 1985, hemos sido testigos de tantos vaivenes políticos en este asunto fundamental, que cuanto menos tienen a la ciudadanía confundida y sin saber a qué atenerse. Intentaré aclarar los hechos antes de pasar a analizarlos.
Sin duda el PSOE, para bien o para mal, ha venido tomando la iniciativa en esta materia. Prohibido hasta 1985 y admitido progresivamente hasta 2010 cuando se aprobó la conocida como Ley de plazos, el aborto pasó a aceptarse en los cuatro casos siguientes: la violación, la malformación del feto, el riesgo para la salud mental o física de la madre y el conflicto social o familiar de la mujer. Es lo que se conoció como “aborto libre” entre la semana 12 y el día final del embarazo ya que, por añadidura, se incluyó la posibilidad de que las muchachas menores de 16 años pudieran desembarazarse de sus hijos sin conocimiento de sus padres.
En el período 1996-2004 el PP intentó modular aquellas posiciones con la conocida como “Ley de supuestos” que incluía, con todo tipo de cautelas, tres únicos casos de posibilidad de aborto: la violación, el grave riesgo para la salud física o psíquica de la madre y la malformación del feto incompatible con la vida. Añadía también la necesidad de que los padres de la menor tuvieran conocimiento de la decisión de ésta.
Conviene recordar que la inmensa mayoría de los países de la Unión Europea tienen unas leyes semejantes a la que implantó el PSOE, con la excepción del Reino Unido y Polonia que se rigen por la de “Supuestos”, e Irlanda y Malta donde el aborto está deslegitimado.
El rifirafe entre el PP y el PSOE parece haber acabado por el momento con la victoria de éste por el vergonzante abandono del PP y la consiguiente dimisión del Ministro Gallardón tras una nueva promesa electoral incumplida por Rajoy tan grave como el aumento de los impuestos pero mucho más innecesaria, explicada con el pobre argumento de que no podía arriesgarse a que el próximo gobierno -¿tan seguro estaba de perder?- volvería a modificar la ley con la inseguridad ciudadana que conllevaría.
Gran inconsistencia también del saliente Ministro de Justicia que tras haberse convertido en el más izquierdista de los políticos del PP gracias a sus coqueteos con el grupo PRISA, abandona la política impregnado de una aureola santurrona e hiper-conservadora.
La cuestión del aborto y el control familiar envuelve también incontables debilidades y no pocos fariseísmos. El primer error es dar todo tipo de facilidades para abortar en un país como el nuestro en que ya hemos alcanzado la terrible realidad de que el número de abortos supera al de nacimientos y en que nuestra curva demográfica descendería vertiginosamente de no ser por los inmigrantes y su superior índice de fertilidad.
Poco sincera me parece también la postura conservadora de forzar el nacimiento de niños casi en cualquier circunstancia y posteriormente dejar a los padres en el más absoluto desamparo por parte del Estado. Si el país necesita más niños, deberá ocuparse de ellos en caso de necesidad de los padres y si no podemos pagarnos tal política, habrá que ser más flexibles en la materia.
Pero quizá la contradicción más grave en este delicado asunto, sea el rechazo de muchas parejas a tener hijos en los años óptimos para la procreación y decidirse a adoptarlos una vez han entrado en una edad avanzada y a la hora de buscar un bebé para adoptar, se incurre en actitudes próximas al racismo, marchando a buscarlos en lugares remotos cuando nuestros orfanatos se encuentran superpoblados.
La crisis moral en España nos ha llevado a infinidad de errores que afectan a muchos de nuestros adolescentes y jóvenes. Solo el reforzamiento de la formación moral desde los años tempranos sería capaz de resolver buena parte de los problemas que se plantean en esta materia y que hoy por hoy configuran una realidad alarmante.