José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
Hace varios años Loterías del Estado publicitó el que la de Navidad, la Lotería por excelencia estaba disponible en verano; el motivo era obvio, promocionar su venta entre los turistas nacionales, aderezado con el eslogan ¿y si toca aquí? Lo cierto es que más de una vez cuando esos afortunados que descorchan botellas de cava catalán y generan al resto la sana envidia del día de la salud hay historias de quien la compró aquí por vacaciones, porque se la compró un familiar..., en fin tantas historias como décimos o papeletas premiadas.
Fue este motivo, el de fomentar el intercambio de números e historias el único válido que me vino a la mente cuando hace unos días me acerqué al Santuario de la Patrona de Castellón; era mitad tarde ,caía un sol de justicia, cuando acercándome por la explanada al templo vi en el lado izquierdo un soporte metálico de hierro forjado que contenía el anuncio que encabeza este artículo, incluso con el conocido anagrama de Loterías del estado, lo que por un momento me llevó a pensar si era alguna sub concesión, pero que descarté inmediatamente.
Bien es cierto que no se encuentra ahora físicamente dentro de la iglesia, pero no lo es menos su origen y difuso el fin que con su venta se pretende conseguir.
Cuesta entender que sea para mantenimiento, pues es sobradamente conocido que el templo, la casa prioral, la explanada y el aparcamiento anejo son propiedad municipal, es decir de todos los castellonenses y que somos todos nosotros a través del Ayuntamiento quienes sufragamos los gastos, absolutamente todos los que se generan, desde la luz hasta la jardinería.
Tampoco cabe que el beneficio sea para atender las necesidades del capellán y el sacristán (ahora celador), pues ambos cobran su sueldo también de las arcas municipales. Para acabar añadamos que lo habitual por parte de los innumerables devotos que acudimos es depositar una cantidad en los múltiples y explicativos limosneros distribuidos en el templo; del mismo modo es conocido públicamente la dedicación en tiempo y dinero que para en ensalzar y fomentar su culto y veneración organizaciones con arraigo popular llevan a cabo desde hace muchos años.
Sin entrar a valorar la espectacular vitrina iluminada con leds en donde se ofrecen multitud de objetos para su venta y además cerámicas y libros, el sentimiento de mercadeo es inevitable, y el recordar la escena de Jesús en el templo también.
No creo que sean necesarias en modo alguno estas actividades, que a más de un castellonero nos generan sentimientos de vergüenza propia y ajena. Que no cuenten milongas que es para no sé qué cosas del templo, pues dinero ingresan y creo que cuando vamos a visitarla para pedirle, agradecerle o simplemente rezarle, no necesitamos tantos oropeles, pues parece querer trasladarnos a la Edad Media en donde las gentes necesitaban de grandes imágenes para comprender las cosas, ahora más bien distraen.