José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
La articulación del Estado Español en diecisiete autonomías y dos ciudades autónomas en la que las competencias en materias de educación, sanidad y servicios sociales están transferidas provoca una disparidad enorme no tan solo en su prestación y coberturas, sino en la interpretación de cómo hacerlas.
Si vivimos en el País Vasco. La Rioja o Madrid nuestros hijos van a tener una excelente educación, todo lo contrario ocurre si residimos en Andalucía, Canarias o Extremadura.
Si compramos un piso de segunda mano, pagaremos en la Comunidad Valenciana el 10%de ITP, en cambios en la comunidad de Madrid solo será un 6%
Los trabajadores del campo andaluz (hombres y mujeres mayores de 18 años) tienen acceso a una prestación por desempleo todo el año bastando unas pocas peonadas declaradas, reales o ficticias, los de la Vega Baja murciana nada de nada.
En Extremadura puede que seas uno de los miles de trabajadores, más del 8.05% de la población activa que lo hace para la Administración, sin contar las empresas públicas. Lo tendrás más difícil en la Valenciana donde solo son el 4,51%
Si vives en Andalucía o Catalunya tendrás tres o cuatro canales de televisión autonómicos en los que te informarán de todo lo que ocurre cerca de ti, a veces con demasía, en cambio en Alicante o Castellón solo podrás optar por algún canal local.
Estas elecciones autonómicas no son cosa baladí, pues depende de quién gobierne va a hacer las cosas de un modo u otro, y no cualquier cosa, sino las importantes, las que marcan nuestro día a día.
No es lo mismo poder elegir el colegio que mejor se adapta a tu familia que reducir la elección al colegio del barrio, sea cual sea.
Hay que posicionarse y defender que cualquier inmigrante por el hecho de serlo, tiene derecho a una tarjeta sanitaria gratuita o que hay que establecer filtros y canales que eviten el efecto llamada.
Hay que explicar que se hará más allá de ofrecer un salario para todos a cambio de nada, cómo se incentivará la contratación laboral por las empresas.
No es lo mismo propugnar el aborto como un método anticonceptivo más a defender a la mujer embarazada apoyándola realmente y sin tapujos.
No nos gusta una sanidad pública masificada y burocratizada, preferimos otra que otra que ofrezca alternativas para todos, sin olvidarse de nadie.
No es lo mismo enseñar el culo en una pancarta electoral que presentarse ante la ciudadanía con los deberes hechos, aunque hayan errores que les dejen sin quererlo con las nalgas a vista.
Es más fácil presentarse como no corruptos cuando se empieza, que limpiar con energía y sin miramientos todo lo podrido o lo que empieza a oler.
En unos pocos días elegimos casi todos los gobiernos autónomos, y aunque en muchas ocasiones no nos apetece votar a quienes se han atrincherado indefinidamente, solo hay que ver algunas listas; lo han hecho mal, han sido poco sensibles con la realidad social, corrupción a mansalva en unos y otros... pero, ¿les damos el gobierno y la gestión de miles de millones a quienes no tienen experiencia y si me apuran ni un programa coherente? ¿Optamos por la continuidad controlada? Es necesaria una reflexión y un voto meditado hoy más que nunca, porque por ser, no es lo mismo