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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 18:29

Jornada de reflexión

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José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.

Ya se han acabado los mítines, las propuestas, las descalificaciones, y el tú más...

También se ha acabado, por fin, una campaña tediosa, aburrida, sin novedades, en las que todos creen saber los votos que van a obtener, los diputados que les van a tocar y la capacidad de maniobra que les va a otorgar, y lo que es peor todavía, la posición en la que se van a encontrar para negociar ante el resto de partidos políticos.

Ha sonado menos en esta campaña aquello de las líneas rojas, los desahucios, la corrupción y el "contigo no", probablemente porque nadie ha querido meter la pata y perder ni un solo voto más de los augurados, ¡ojalá les vaya bien!

Ojalá no les pase lo que a los ingleses, cuyas casas de apuestas, peculiar y casi siempre acertante oráculo, vaticinaban un triunfo de la permanencia y no lo que ha ocurrido, ¿manipulación, cambio de última hora de los votantes? Cameron se equivocó, cometiendo dos errores cruciales, por una parte ligar su destino como político al resultado de una consulta, que en ningún caso es vinculante y en segundo lugar el haber utilizado este referéndum como arma ante Bruselas para apretar los tornillos a la Comunidad Europea, y recordando los tiempos de los corsarios de Isabel I, asaltando al conjunto de la Unión con la pretensión de más diferencias y privilegios.

Le salió mal, muy mal, y no va a ser positivo para Inglaterra, Reino cada vez menos Unido, y ha destapado una caja de Pandora más política que económica, en la que tendrán que lidiar con Escocia, Irlanda del Norte o el mismo Londres, porque por grande que haya sido el batacazo económico, las cosas de los dineros, mejor o peor se arreglan , se negocian y el mundo continúa, eso sí Gracias a Dios los más jóvenes han votado mayoritariamente por quedarse, lo que indica que las nuevas  generaciones tienen claro los conceptos de globalización, necesidad de unión real y que los aislamientos no son propios de los tiempos que vivimos a velocidad de Gigabites.

Todo lo anterior viene a cuento no solo por estar de actualidad, sino por el hecho de haber sido el acontecimiento más relevante en toda la campaña electoral y quizás el punto de partida para una reflexión sería, consistente y madura de una parte del electorado que se encuentra ante la realidad, más allá de los nombres, las miserias, la falta de calidad política e incluso humana de los candidatos, con que la nación en la que viven, se juega mucho el domingo; pues si la recuperación incipiente parece que se pueda truncar por políticas tendentes a un incremento desmesurado del gasto público con el pretexto de generar empleo, hay que añadir una chinita más en el camino, o lo que es lo mismo, un menor crecimiento económico provocado por el Brexit, no mucho, un 0,5% menos, casi nada, pero que supone un poco más de deuda pública, un poco más de intereses, y menos dinero disponible en nuestro bolsillo .No da igual a quien se vote y mucho menos el que se acuda.

Jamás ninguna convocatoria electoral fue cosa baladí, y estas por supuesto mucho menos, eso si hay que ir a depositar la papeleta, que otros no decidan el futuro de un país maravilloso que habitamos gentes diversas y  distintas, con el sentimiento de Pueblo cuyo nombre es España.