José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
Será por la edad, o porque me creo aquello de que el hombre nace bueno, mi discurrir y pensar tienden en general a comportarse de un modo ‘crédulo’ a priori sobre los pronunciamientos de las gentes, pero aún así, hay manifestaciones que me cuesta creer.
Dos ejemplos muy recientes, las declaraciones de Cándido Méndez estos días diciendo que ni en la UGT de Andalucía ni en la UGT Nacional hay una caja B. La otra es declaración de Willy Meyer, eurodiputado de Izquierda Plural, en la que se descuelga diciendo que renuncia a su acta porque se acaba de enterar que el fondo de pensiones del Parlamento Europeo al que ha realizado aportaciones está gestionado por una SICAV domiciliada en Luxemburgo, sede de la secretaria del Parlamento Europeo, y que aunque legal, es contraria a sus principios.
Miren ustedes, la primera manifestación, la del señor Méndez, me induce a pensar en varias direcciones. La primera es que si en vez de caja B, será C, D, E, F...., pues claro, la denominación puede ser muy variopinta dependiendo del lugar y ubicación de la misma. Otra línea de pensamiento es la de creer que no son dos, ni tres, ni cuatro, ni cinco, sino sólo una y grande la caja B, que no existe según el sindicalista, y, por último, la que se deriva de la sentencia judicial que en un tiempo tendremos tras las instrucción del caso, pues, si se acredita la existencia de una trama en el tiempo en la que se falsificaban facturas de formación, destinando estos fondos a otros menesteres. ¿El señor Méndez se acordará de estas declaraciones, hará mutis por el foro y se irá junto a su cúpula directiva a su casa? O ¿Se olvidará y continuará aferrado a la ‘teta’ de su organización? Tiempo al tiempo
La segunda me resulta un poco más difícil de creer. El señor Meyer es europarlamentario desde el año 2004. Si dentro de las prebendas y retribuciones, todas legítimas, a las que tiene derecho, optó por ir destinando parte de esa jugosa retribución a un fondo de pensiones, nada que objetar.
Pero que a estas alturas de la película, pretenda que nos creamos que se acaba de enterar, por su puesto por la prensa, que la gestora de ese fondo de pensiones voluntario de los miembros del Parlamento Europeo, tiene la forma jurídica de SICAV, es querernos hacer tragar con ruedas de molino.
La información periódica que con toda seguridad ha recibido de la evolución, valoración e importe de sus aportaciones a lo largo de estos años es emitida por la gestora, y aún con letra pequeña indicará que es el equivalente a una sicav, instrumento habitual y frecuente por otra parte en Luxemburgo. ¿Podemos pensar razonablemente que si estaba enterado e hizo caso omiso? Podemos.