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lunes, 22 de diciembre de 2025 | Última actualización: 23:02

El cajón 413

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José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal. 

Luca Paciol, fraile franciscano de la segunda mitad del siglo XV,  vivió el Renacimiento en todo su esplendor. Matemático y autor del primer tratado que con el título ‘Summa de arithmetica, geometría, proportioni et proportionalita’ analiza la contabilidad de partida doble usada  ya por  los comerciantes venecianos.

Este sistema  es  mayoritariamente usado en la actualidad; su metodología ofrece una visión fiel y una imagen certera de los estados financieros y contables de la actividad de un comerciante.

Las conclusiones, enseñanzas y recomendaciones que arroja son numerosas; los más básicos serían: que tenemos, que debemos, quien nos debe, a quien debemos, si vamos a poder pagar nuestras deudas, si nuestra actividad genera beneficios, si tenemos demasiadas existencias, etc.

Decía Pacioli que "las cuentas claras fomentan la amistad", principio que ha prevalecido a lo largo de los años y que es de rabiosa actualidad.

Este sistema también lo han asumido los Entes Públicos, es decir ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y Administración General del Estado, aunque con alguna que otra variante.

Los entes públicos deben presupuestar  cada gasto a realizar en función de los ingresos esperados y distribuirlos por partidas, no pudiendo acometer gastos ordinarios que previamente no hayan sido considerados. Esto no ha sido así durante años, no se  presupuestaban muchos gastos quedándose  en los cajones, es decir que se habían producido, pero al no estar presupuestados "no existían", hasta que en años siguientes se incluían y aparecían.

La crisis obligó a que para que los proveedores  de ayuntamientos cobraran sus deudas vía el Estado, debían notificárselo. Afloraron 42.000 millones de euros de los cajones. Fue una medida inteligente para poner orden y concierto en este desbarajuste y mala praxis generalizada, pues se falseaba la realidad.

Hasta ahí perfecto, pero el señor Montoro se olvidó que existe en la contabilidad de entes locales una cuenta trampa , la que da título a este artículo y que conceptualmente es "acreedores por operaciones pendientes de aplicar a presupuesto", es decir obligaciones de pago por servicios recibidos o bienes adquiridos no incluidos en presupuesto. Hasta aquí bien, pues puede recoger gastos imprevistos o de urgencia que deben realizarse.

Lo malévolo de la cuenta 413 es que vuelve a ser utilizada como cajón de sastre hasta que haya presupuesto; no se ocultan las deudas, pero en vez de considerarlas un gasto permanece en esta cuenta hasta que haya presupuesto.

Las cantidades y saldos que empiezan a aparecer en esta cuenta son voluminosos pues la autoridad de supervisión fiscal independiente creada recientemente ya se ha fijado en ella.

Sería lamentable que tras el esfuerzo hecho, volvamos a engañarnos, diciendo que los ayuntamientos han hecho un gran esfuerzo presupuestario, que lo han hecho, pero  que del análisis de estas cuentas se deduzca  que hemos vuelto a las andadas.

Apliquen rigurosamente el principio de Pacioli, pues los ciudadanos estamos muy cansados de gastos desmedidos y oportunistas de unos y otros,  que tienen como único objetivo el conseguir el voto cada cuatro años más o menos.