José Vicente Ramón Moreno.
En el último paseo de los perros coincidimos, muchos días, con el servicio de recogida de basuras y nunca dejo de sorprenderme lo suficiente con su forma de actuar, amparados en la ‘fuerza legal’ que les da llevar las iniciales SMC y el anonimato que suponen porque casi nadie los contempla.
Imagino que tienen más calles y, por tanto, más contenedores que tiempo para vaciarlos pero eso no quita para que ciertas actitudes no deban producirse.
Generalmente cogen los contenedores de su sitio y, como pesan, los manejan más lentamente hasta el camión, pero al devolverlos en muchas ocasiones los lanzan de forma que golpean los soportes laterales que delimitan su espacio y, en alguna ocasión al coche que está aparcado antes o después.
En otras ocasiones cruzan un contenedor a la entrada de la calle para, entrando marcha atrás en una calle de dirección única (en el sentido de su movimiento) garantizarse la salida de cara, por dirección prohibida. Les aseguro que no es un trabalenguas y que lo realizan así.
Si alguien quiere acceder a alguno de los parkings de la calle debe esperar a que ellos finalicen su maniobra o entrar por el extremo contrario y circular, como ellos, por dirección prohibida, pero cuidado que no tendrá las mismas prebendas que ellos.
Por supuesto los semáforos siempre los tienen en color verde, porque se ‘pasan por el forro’ el color del mismo, mirando ligeramente si viene alguien y algún día generarán un accidente.
A todo esto no he comentado los decibelios que alcanzan en sus conversaciones porque como el triturador del camión hace un ruido importante ellos tienen que superarlo para entenderse, siendo la alegría de los vecinos de los primeros y segundos pisos.
Por todo ello, y a pesar de que por dos o tres vehículos que he visto con una operativa similar no puedo generalizar, sí puedo decir que los de mi barrio ¡son los ‘Reyes’.